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martes, 1 de abril de 2014

CAPÍTULO XX - ADIOS CADENAS



 

JAMES BLACK






Desde que la noche anterior Jacq le ayudara a acabar con su opresor Cosmi Turbas y liberarse del collarín que tantos años le había privado de libertad, James Black había pasado la noche en vela. Recorriendo Penélope de arriba a abajo, de norte a sur, de este a oeste.

Por primera vez pudo estar con una mujer, los prostíbulos estaban fuera del radio de alcance y le era imposible acercarse sin que su collarín explotara. No era como el imaginaba que seria su primera vez, pero a su edad ya no tenia cuerpo para cuentos de príncipes y princesas.

Sentado en el suelo, limpiando su vieja escopeta con un trozo de tela amarillento, esperaba nuevos clientes que acompañar a las puertas del Luxury Odín.

Los siguientes en llegar no eran clientes, Jacq y su compañero necrófago se acercaban discutiendo el uno con el otro. Por las voces que daban se iba a enterar todo Penélope del motivo de su discusión.

-¿Queréis dejar de dar voces?- fue el recibimiento de James Black a la llegada de sus futuros compañeros de viaje-¿Que es esa chatarra que lleváis puesta encima?

Vestían sendas servoarmaduras gris claro, parecían las armaduras que los caballeros de la edad medieval utilizaban en el campo de batalla, aunque estas eran mas sofisticadas. El material con que estaban echas parecía acero, pero este era flexible, aunque no tanto puesto que las articulaciones estaban formadas por otro material de color negro que permitía el movimiento.

-¿Estas listo?- le preguntó Jacq. Debía pasar calor con aquel traje puesto que sudaba como un cerdo.

-Por supuesto, estoy como loco por salir de este agujero- había llegado la hora, James Black no recordaba haber salido nunca de Penélope

Las puertas se abrieron, los rayos del sol del atardecer bañaban las montañas cercanas, creando un paisaje de paz y tranquilidad. Sabia de sobra que allí fuera encontaría de todo menos paz y tranquilidad pero el echo de ser libre para salir le causaba sensación de bienestar.

Cuando James Black se dispuso a dar el paso definitivo y cruzar el limite que tenia establecido cuando llevaba el collarín se quedo quieto. Las piernas le temblaban, estaba nervioso, notaba como si aun llevara aquel maldito trasto colgando en su delgado cuello. Tocaba y tocaba pero no encontraba nada <<Me lo quité-pensaba una y otra vez-¿Porque no puedo seguir?>>

Había quedado rezagado respecto a sus compañeros, sin que estos se dieran cuenta de nada.

-¡Quita de ahí!- un hombre vestido con trapos viejos le propinó un empujón cuando este se disponía a salir de Penélope, James Black estaba bloqueando la salida sin querer. A causa del empujón se tambaleo unos metros y cuando pudo recuperar el equilibrio de nuevo James se dio cuenta que estaba mas lejos de lo que nunca había estado.

Un sudor frio le subió desde los pies a la frente, el corazón le latía a ritmo frenético <<¡Soy libre!>>.

-¡Soy libre!- gritó a los cuatro vientos.

-Yo también, libre para morir viejo y pobre- replicó el desconocido causante del empujón

El grito debió llegar a los oídos de Jacq y el necrófago puesto que ambos se giraron.

-¿Que cojones haces?¡Vamos corre!- gritó el necrófago desde la lejanía

James Black corrió para alcanzar a sus compañeros. El viento cálido del atardecer golpeaba su rostro. Nunca había tenido una sensación igual. Correr hacia donde el quisiera, era el mayor privilegio que recordara jamas.

Su carrera se vio truncada a pocos metros de Jacq y el necrófago. Un extraño animal le embistió a su paso. Del tamaño de un perro grande, con la piel grasienta como un cerdo, los ojos pequeños como dos canicas negras, del hocico le salían dos dientes superiores y dos inferiores mas pequeños, destartalados y amarillentos, nunca había visto un ser así.

-¡Un mutajabalí!- grito el necrófago

-¿Que cojones es eso Hueter?- preguntó Jacq.

-La muerte de este pobre desgraciado como no se lo quitemos de encima.

<< Daros prisa cojones >> forcejeaba con aquel animal mientras este intentaba morderle. Los mordiscos del mutajabalí eran violentos aunque no lograban el objetivo de alcanzar la piel de James Black, a cada intento fallido las babas del animal caían sobre su rostro.

Como si de un placaje se tratara Jacq se abalanzó sobre el mutajabalí lanzándolo a unos pocos metros. El animal se quedo tumbado con las patas mirando al cielo, no podía darse la vuelta de lo plano y ancho que tenia el lomo, chillaba como una rata.

James se acercó al animal y le clavó el cuchillo en el arrugado pecho, el mutajabalí siguió pataleando durante un breve periodo de tiempo, la sangre que le emanaba de la herida era de un color verdoso oscuro, finalmente dejó de moverse.

-¿Que cojones ha pasado? ¿Que era ese bicho?- preguntó entre jadeos.

-¿Estas bien?- Hueter se intereso por su salud.

-Si tranquilo solo son rasguños, espero que no sea contagioso lo que sea que tenga esa cosa.

-Tranquilo, yo tampoco contagio- bromeó- Era un mutajabalí, la radiación hizo que los jabalís acabaran extinguiéndose, los pocos que sobrevivieron quedaron con este aspecto- explicó mientras le daba pequeñas patadas al animal muerto.

-¿Que cojones es un jabalí?- James Black había visto pocos animales en su vida, la mayoría alterados genéticamente.

-Eran como cerdos salvajes que vivían por la sierra antes de la guerra.

-Como si supiera lo que era un cerdo- interrumpió Jacq- en fin no vamos a ponernos ahora a dar clases de ciencias de la naturaleza ¿Nos vamos?

El tono bromista de Jacq arrancó una sonrisa en todos.

-Que cachondo- dijo James entre risas- Un cerdo es un hombre que no se lava. ¿Enserio había hombres que corrían salvajes por el campo?

De las carcajadas pasaron al silencio mas absoluto << ¿Que he dicho? >>, las risas volvieron a sonar esta vez con mas fuerza, aunque James esta vez estaba callado, expectante, no entendía que había pasado.

-Un cerdo es un hombre que no se lava- dijo Jacq bromeando- Entonces todos somos cerdos ¿no?

-Vamos James tenemos camino por delante ya te explicare que es un cerdo.

<<He quedado como un ignorante>>

El paisaje era mucho peor de lo que había imaginado. Caminaban sin seguir camino o carretera alguna por un paraje escaso de vegetación. Los pocos arboles que aun se mantenían en pie estaban secos y sin hojas. Kilómetros de tierra arenosa que levantaba polvo a cada paso. Cadáveres en descomposición de todo tipo de animales, de algunos solo quedaban los huesos. Bloques mas bloques de edificios en ruinas, solo quedaba la estructura de aquellos que mejor se conservaban.
edificio en ruinas



edificio en ruinas-¿Entonces no sabes lo que eran los cerdos?- preguntó Hueter mientras caminaban a la luz del atardecer, James Black negó con la cabeza.

-He pasado casi toda mi vida encerrado en Penélope, por no saber no se ni escribir.

-Yo tampoco- interrumpió Jacq - y a leer aprendí con cómics rotos, en los que la historia no tenia ni principio ni fin.

-Yo aprendí antes de la Gran Guerra- bufó Hueter- a leer y a escribir, existían las escuelas.

-¿Escuelas?- a James Black aquella palabra le era extraña.

-Si, un lugar donde la gente aprendía a leer y escribir ademas de otras muchas cosas.

-Nunca he visto un sitio así- replicó Jacq.

-Ahora que yo sepa ya no existen, la gente con suerte aprende a leer y escribir por algún familiar o amigo.

Los momentos posteriores a aquella charla pasaron con el mas absoluto silencio. Solo se escuchaba la suave brisa al rozar con los resecos hierbajos.

-¿Falta mucho?- preguntó Jacq, parecía cansado.

-Si no hubieras estado toda la noche de parranda ahora estarías descansado- fue la respuesta de Hueter.

-Yo creo que nos hemos perdido- dijo James Black entre bostezos.

-Callad- parecía que Jacq había visto algo fuera de lo común-¿Alguien mas lo ha oído?

-¡Al suelo!- gritó Hueter.

Un artefacto hizo explosión delante de sus narices. James Black se apartó justo a tiempo para evitar el impacto. <<¿Que cojones ha sido eso?>>

-¡Que no quede nadie con vida!- se escuchaba a lo lejos. Alguien les estaba disparando, James se arrastro por el suelo en medio de una neblina de arena provocada por la explosión, hasta ponerse a cubierto en una roca grande cercana. Una vez a cubierto detrás de la roca, comprobó que Hueter también se había puesto a cubierto, este estaba apoyado sobre una de sus rodillas disparando contra sus agresores, no había rastro alguno de Jacq.

James Black cargó su arma y se dispuso a disparar, pero cuando quiso asomar la cabeza para localizar sus objetivos una bala impactó contra la piedra y le hizo esconder la cabeza de nuevo <<Por que poco>>.

-¡Mierda se ha atascado el arma!- los disparos cesaron, los agresores tenían problemas con sus armas o bien se habían quedado sin munición. Hueter salió corriendo en la misma dirección de donde venían los tiros, James decidió hacer lo mismo. Metros mas adelante cogieron por sorpresa a tres hombres y una mujer vestidos de atuendos bastante estrambóticos, solo uno de ellos estaba armado.

-¿Que tenemos aquí?- preguntó Hueter con voz seria. El agresor que momentos antes estaba disparándoles intentaba arreglar a golpes su arma una Ametralladora Gatling XM-214 de infantería - Esa cosa nos va a venir muy bien. Aparta de ahí.- Hueter hizo un gesto con su rifle de plasma incitando a los agresores a apartarse de la ametralladora.

-¡Somos la banda del Risketo!¡Nadie nos da ordenes!- respondió la única mujer del grupo. Aparentaba ser de avanzada edad, pero su pelo en forma de cresta puntiaguda teñido de color rojo daba a entender todo lo contrario. Todos vestían una coraza que al parecer se la habían fabricado con ruedas de algún vehículo de gran tamaño.

-¡Tu lo has querido!- el tono de Hueter era amenazante -¡Negro ya sabes lo que hay que hacer!

-¡Espera espera!¡No disparéis!- gritó otro de los agresores. Un hombre calvo con la barba teñida del mismo color rojo que la mujer.

-Demasiado tarde- James Black apretó el gatillo de su vieja escopeta y la bala penetró entre los ojos del hombre de la barba roja. Este cayo inmediatamente sin vida al suelo. Hueter por su parte seguía inmóvil apuntando al resto del grupo.

-¡Esta bien!-grito la mujer- Quedaos con el arma pero dejarnos marchar.

-El arma y toda la munición que llevéis encima- respondió James.

-¡Me parece bien James!

-Esta bien- dijo la mujer de la cresta roja-Os daremos la munición, pero dejadnos marchar.

-Si quisiéramos mataros ya estaríais muertos, aquí mi compañero es de gatillo fácil como habréis podido comprobar- Hueter no dejaba de apuntar con el rifle de plasma. La mujer debía ser el cabecilla del grupo, esta ordenó a los otros dos hombres que depositaran la munición en el suelo. Obedecieron como corderitos y se deshicieron de toda la munición que llevaban encima. Había un centenar de balas de veintidós milímetros Gatling XM-214 tiradas en el suelo a los pies del grupo.

-¿Y esta mierda? Cachéalos James- ordenó Hueter.

<< ¿Porque tengo que hacer yo siempre el trabajo sucio? >> James Black comenzó a registrar a los hombres. No llevaban casi ropa encima, los pantalones eran de una tela sucia llena de barro seco, carecían de bolsillos.

<< Lo mejor para el final >> era el turno de la mujer, esta no era ninguna belleza, su piel seca y arrugada y sobretodo el corte de peinado rojo en forma de cresta, causaban repulsión en la persona de James Black, aunque era mucho mejor plato que los malolientes hombres que había sobado anteriormente.

<< ¡Tiene tetas! >> metió la mano dentro de aquella primitiva coraza por la parte del pecho, enseguida notó como no llevaba nada puesto debajo. Sentía al tacto unos enormes y duros pezones como piedras. ¿Era porque le excitaba que la tocara? ¿O fruto de la tensión que vivía en aquel momento?

-¡Toca bien no se te vaya a escapar ningún detalle!- protestó la mujer.

-¡Perdón!- respondió con vergüenza. Después de aquellas palabras el cacheo fue rápido y superficial, mas incluso que los anteriores.

-No llevan nada más.

-Andando, desapareced de aquí y que no os volvamos a ver. La próxima vez no seremos tan clementes- los tres vándalos salieron corriendo a gran velocidad en la misma dirección sin dar tiempo a Hueter a terminar de hablar-¿Y eso? ¿Tienes un arma escondida en los pantalones? Je...je...je...

James Black bajó la vista hacia sus pantalones, tenia la polla dura como un bate de béisbol Los pantalones eran flexibles, por lo que parecía que tuviera una tienda de campaña a la altura del paquete.

-¡Ya se donde podremos acampar esta noche!- bromeó el necrófago.

-¡Aaaaahhhh!- un agudo grito interrumpió aquella incomoda situación, era la voz de una mujer, sonaba como una niña asustada, venia en dirección contraria a la tomada por los vándalos en su huida.

-¿Que cojones...?¿Quien eres tu?- Jacq parecía haber encontrado a alguien. Inmediatamente James Black y su compañero necrófago corrieron hacia donde sonaba la voz de Jacq. Una vez pudieron localizarle vieron que estaba apuntando con el cañón Gauss a una mujer joven, delgada, el pelo negro y liso le cubría los hombros, vestía una vieja camiseta llena de manchas de lo que parecía ser sangre seca y pantalones vaqueros desgarrados. Lo mas llamativo de ella era la mascara que sujetaba en una de sus manos, una mascara hecha de piel humana, como si hubieran vaciado la cabeza de un necrófago.

<< ¡Esta si es guapa! >>

-¿Quien es esta muchacha?- James Black se dirigió a Jacq, no sabia donde se había metido después de que el artefacto de los vándalos explotara delante de sus narices.

-¡No lo se, pero casi me mata de un susto!- gritó Jacq- No me dió tiempo a esquivar aquella granada y me cogió de lleno, menos mal que llevo puesta la mierda esta sinó ahora mismo seria cadáver- refiriéndose a la servoarmadura

-¿Y la muchacha?¿De donde ha salido?- Hueter se rascaba la cabeza con el rifle de plasma mientras lanzaba la pregunta.

-¡Tampoco lo se!

<< ¿Sabrá algo? >>

-Quedé inconsciente por el impacto y cuando desperté la tenía delante de mis narices husmeando con esa apestosa mascara puesta. Un poco mas y muero del susto- señaló a la muchacha de pelo negro. Esta continuaba con los brazos levantados, en silencio, sin pestañear, solo se escuchaban sus constantes y fuertes respiraciones. James se acercó a Jacq y con un suave movimiento de mano hizo que su compañero dejara de apuntar con el cañón a aquella mujer.

-¡Dinos quien eres!- las palabras de James Black hicieron que la muchacha se asustara y dejara caer la mascara al suelo-¡Tranquila no te vamos a hacer nada! Haz el favor, baja los brazos.

La mujer hizo caso y lentamente bajó los brazos hasta su posición natural, aunque no parecía muy dispuesta a revelar su nombre. James y sus compañeros la miraban fijamente con el ceño fruncido.

-No seas tímida mujer que no mordemos- bromeo Hueter.

-Tu igual no pero tu compañero casi me vuela la cabeza- fueron las primeras palabras que salieron de su boca.

-¡Te voy a despertar yo con esa mascara a ver si te gusta!- gruño Jacq.

-Tranquilo hombre tampoco es para tanto. Tendrías que estar acostumbrado que llevas todo el día viéndole la jeta a Hueter.

-¡Oye tu negro!¡No te pases o te rajo!- las palabras del necrófago sonaban a indignación. En medio de aquella pequeña discusión la muchacha dejo escapara una pequeña pero tímida sonrisa.

-Disculpad que os interrumpa-dijo la mujer desconocida con tono suave-Me llamo Cristine.

viernes, 28 de febrero de 2014

CAPÍTULO XIV - EL MUNDO AL REVÉS



MOSARRETA




Soñó que volvía a caminar. Campos de hierba verde, un sol radiante y al fondo el amor de su vida. Corría hacia el, tan bella, con el pelo negro caoba, esas caderas que tanto recorría con sus labios, beso a beso, subiendo poco a poco por su cintura, sus pechos y finalmente besar aquellos labios carnosos y ver aquella cara de pánfila que tan cachondo le ponía -¡Yejova!- repetía una y otra vez -¡Yejova!- gritaba con mas fuerza, el campo cada vez era mas gris, la imagen de su amada mas difusa.

-¡Mierda!- despertó con el ruido de las gotas cayendo constantemente al suelo encharcado de las alcantarillas. Cristine estaba en la misma posición que la noche anterior, inmóvil <<¿Se habrá intoxicado con la carne del hombre pez?-pensaba mientras observaba como la chica dormía- Estará cansada>>.

Maldecía cada mañana al despertar el día en que intentó violarla y esta le dejó tullido. Le dolían aunque no pudiera moverlas. Siempre se preguntaba porque quiso hacerlo. Era feliz, tenia una mujer bonita que le amaba, un trabajo que le reportaba grandes sumas de chapas, pero todo cambió de la noche a la mañana. El alcohol, las drogas, prostitución y por último violador en serie <<¡Menudo currículo!¡Normal que mi mujer me abandonara!>> Sentía una sensación extraña, tenia mucho que agradecerle a Cristine, se había convertido en un gilipollas integral, pero gracias a ese cuchillazo dejo de serlo, hizo verle que lo había perdido todo, hasta las ganas de vivir. Después todo cambió, quería volver a ser el mismo de antes y recuperar a Yejova, aunque sin pelo y en silla de ruedas y sobretodo después de lo que había hecho, iba a ser tarea difícil

-¡Gracias!- dijo en voz alta, pero la chica no respondió seguía dormida -¡Venga despierta!- gritó - es hora de ponerse en marcha, no tenemos todo el día.
Alcantarillas posguerra


-¿Que hora es?- respondió Cristine mientras se desperezaba.

-¡Y yo que cojones se!¿Tengo cara de tener un Rolex?

Aun quedaban brasas en la hoguera, medio consumidas después de muchas horas encendida. Aprovecharon para prepararse el desayuno, y una vez fritos los restos del hombre pez, comieron un poco para llenar el estomago.

Mosarreta llevaba varios días comiendo lo mismo, pero aquella carne tan tierna era de las mejores que había probado nunca y hasta ahora no se cansaba de comerla. Tenia la sensación de que era adictivo puesto que cuanto mas la comía mas le gustaba, y a su compañera parecía pasarle lo mismo <<Mejor ser adicto a esto que no morir de hambre>>.

Una vez terminaron de comer Mosarreta guardo el resto en una mochila que llevaba colgada en la parte trasera de su silla de ruedas. Esta era automática, pero la falta de luz solar en las alcantarillas mermaron las baterías, así que no tenia mas remedio que empujar las ruedas con sus manos.

-¡En marcha!-ordenó. Mosarreta conocía algunas zonas del alcantarillado, había pasado las ultimas semanas vagando sin un rumbo claro buscando una salida, con tan mala fortuna que sin darse cuenta acabó volviendo al lugar por donde había entrado. Al menos ahora volvía a estar orientado y sabia que dirección tomar.

-Tranquila estas zonas están limpias. Al menos lo estaban cuando pasé por aquí hace unos días- los túneles parecían todos iguales, apestaban todos igual.

Mosarreta iba delante, empujando la silla con sus manos, apoyada en las piernas su fiel arma. Cristine de vez en cuando le ayudaba a sortear algún escalón mas alto de lo normal.

-¿Como acabaste aquí abajo?¿De quien huías?- quiso saber. Le extrañaba que el ojito derecho del jefe de la banda de los Trajes Grises andara por aquellos agujeros.

-Arnazi intentó violarme, pero le paré los pies a tiempo rajándole la garganta con el mismo cuchillo que utilice para...

-No sigas. Entiendo que quieres decirme. Vaya... vaya... la niña nos ha salido guerrera. Así que el jefe esta muerto- aquellas noticias le dejaron petrificado. Sin un líder la banda de los Trajes Grises acabaría por desaparecer. Arnazi no había elegido ningún sustituto para relevarle en el puesto, ninguno de los integrantes de la banda aceptaría la autoproclamación de nadie como nuevo jefe y mucho menos les veía lo suficientemente inteligentes como para echarlo a votación.

-¡Aquí es donde cometí el fallo!- llevaban un buen rato caminando por un túnel amplio, este a su final se dividía en otros dos mas estrechos, pero perfectamente transitables. La vez anterior Mosarreta eligió el camino de la derecha, estuvo casi una semana explorando pero no encontró ninguna salida. Túneles inundados, otros bloqueados y mas de una abominación como la que atacó a Cristine.

Cuando escapó del calabozo con su compañero, este le dijo que tenían que dirigirse en la medida de lo posible siempre hacia el norte y a pocas horas caminando encontrarían la salida. Lo que su compañero no le informó es que en la bifurcación los dos túneles tomaban dirección norte.

-Tenemos que ir por la izquierda. Aunque te advierto que a partir de aquí podemos toparnos con cualquier cosa- aquella zona no estaba explorada.

El túnel parecía inacabable. Metros y metros de húmeda oscuridad Sin previo aviso una de las trampillas de la parte superior del túnel cedió, cayendo con ella un montón de basura precedida por una criatura. Entre tanta oscuridad y salpicaduras de agua sucia Mosarreta no lograba ver bien que tenia enfrente, pero por la silueta y el inconfundible chascarrido procedente de la boca de aquel ser, se trataba de un hombre pez. Rápidamente echó mano de su viejo rifle, demasiado tarde, la criatura le propinó un fuerte zarpazo y lo tiró de la silla.

Mosarreta intentaba arrastrarse con sus manos pero resbalaba cada dos por tres debido al agua. El arma estaba muy lejos, detrás de la criatura, esta no debía ver muy bien puesto que no paraba de lanzar golpes al aire. <<¡Maldita zorra!-pensaba con rabia, mientras seguía arrastrándose con dificultad- ¡Ha huido!>>.

Escuchó un disparo, el sonido retumbó en las paredes del estrecho túnel, un poco de sangre salpicó a Mosarreta pero la criatura seguía dando golpes al vacío. Otro disparo impacto contra el abdomen de la abominación, esta cayó al suelo de rodillas <<¡Mierda me ha visto!>>, arrastrándose hacia el la criatura le cogió de un tobillo, intentó cogerle del otro pero un golpe la apartó. En ese momento Mosarreta vió que era Cristine, estaba de pie delante suyo apuntando fijamente al hombre pez. Respiró y disparó, la abominación pataleó y poco después dejo de moverse. El último disparo de la chica había impactado de lleno en la cabeza del hombre pez dejando un agujero enorme en el ojo.

Mosarreta observaba desde el suelo como Cristine seguía apuntando firmemente al cuerpo sin vida de aquella criatura.

-¡Déjalo, ya esta muerto, no desaprovechemos munición!- dijo mientras jadeaba, le costaba hablar-¡Gracias!¡Pensé que te habías marchado!

-¿Porque?¡Tu me salvaste la otra vez!¡Ahora estamos en paz!

-Una cosa- Mosarreta hizo una observación-La próxima vez dispara directamente a la cabeza.

Con la ayuda de Cristine volvió a sentarse en la silla, y siguieron por el túnel, dejando atrás el cadáver del hombre pez.

Le dolía el costado, el golpe de la criatura había sido muy fuerte, mas aun el sucio suelo lleno de agua sucia y putrefacta donde impacto de lado. Aun sentía el olor a rancio <<Debo apestar a podrido>> aunque no sabia bien si era solo él o el aroma de las alcantarillas. Podría pasar meses en aquel agujero que nunca se acostumbraría a aquellos olores.

El final del túnel desembocó en un gran espació donde cruzaban cuatro túneles, uno de ellos bloqueado por lo que debía ser un derrumbamiento.

-Debemos seguir al norte, ya estamos cerca creo...

Aquel lugar estaba poco iluminado, pequeños rayos de sol se colaban por rendijas y pequeños agujeros en la parte superior. En el centro unos barriles de metal tirados en el suelo medio cubiertos por el agua. Alrededor ningún indicio de amenaza.

Siguiendo las indicaciones de su compañero muerto continuaron hacia el norte dejando a su derecha otro túnel a simple vista similar al que habían venido.

-¿Donde creéis que vais?- alguien les interrumpió cuando ya habían cruzado casi por completo aquel lugar. La voz procedía del otro túnel, de entre las sombras salió un hombre alto y delgado vestido con bata médica, amarillenta y llena de manchas de sangre y barro. Tenia el pelo sucio y enmarañado, una larga y espesa barba canosa le cubría el rostro, sus pequeños ojos negros estaban acompañados por grandes ojeras fruto de muchos días en la oscuridad o de un deficiente descanso.

-¿Quien eres tu? ¿Que haces aquí?- preguntó Cristine, pero antes de obtener respuesta un grito atroz se escuchó retumbando en las paredes de aquel lugar. Una manada de necrófagos salvajes, apareció entre la oscuridad del túnel situado al norte. El hombre misterioso desenfundó una pistola de plasma y abrió fuego a discreción contra los necrófagos.

El hombre vestido de medico no parecía ser muy hábil con las armas puesto que alcanzaron rápidamente a Cristine. Uno de ellos se abalanzó sobre la chica de un gran salto. Los dos cayeron al suelo forcejeando, el necrófago intentaba morderla en el cuello, pero de un codazo se lo quito de encima.

<< ¡Cuanto bicho!>> pensaba al mismo tiempo que disparaba su viejo rifle, con poco acierto. Los necrófagos no paraban de moverse y eran muy ágiles.

Un grupo de personas salieron del túnel donde estaba el hombre de la barba canosa, armados con palos metálicos, cuchillos o cualquier cosa contundente para golpear. Niños y adultos inundaron aquel lugar, redujeron los necrófagos a un montón de carne y huesos.

-¡Rápido todo el mundo adentro!- gritó el hombre vestido de medico, haciendo un movimiento con su mano señalando el túnel por donde habían salido.

Como un rebaño de ovejas todos acataron las ordenes de aquel hombre, incluidos Mosarreta y su compañera.

-¡Gracias!- agradeció Cristine.

-¿Quienes sois?- había estado muchos días vagando por las alcantarillas y en ningún momento vio señales de vida humana. No obtuvo respuesta, todos allí presentes caminaban en silencio por el túnel, Mosarreta al igual que Cristine iba un poco mas rezagado, todo aquello le pillaba por sorpresa.

Pocos metros después, llegaron a otro espacio similar al anterior. Tenia todas las salidas bloqueadas a excepción del túnel por donde habían venido. Iluminado por hogueras encendidas dentro de bidones de metal, causaba un efecto amarillento intermitente en las paredes. El suelo seco, lleno de objetos, camas improvisadas. Colchones viejos, sabanas sucias, esterillas de playa rotas, neveras desconectadas emulando una despensa y taquillas metálicas oxidadas. Daba la sencación de que toda la mierda de las alcantarillas la hubieran llevado a aquel lugar para crear un hogar.

-Perdonar pero no había tiempo que perder, podrían habernos seguido- murmuró el médico- Soy Neil Tarzard, seguidor de la "Orden de San Juan de Dios" y antiguo doctor del Notocar cuando este era un laboratorio para investigar necrófagos.

-Soy Mosarreta y esta es mi compañera Cristine, ambos fugitivos del Notocar.

-Como todos los aquí presentes- respondió Neil Tarzard.

-¿Y que hacéis aquí? ¡La salida esta al norte!

-Ya lo sabemos, todo el mundo lo sabe, pero no hay salida- se encogió de hombros- La salida esta siguiendo el túnel por donde salieron los necrófagos, pero aquella zona esta infestada de Moradores de las Cloacas y algunos necrófagos, lo que hace imposible llegar al destino.

-Entiendo- Mosarreta cruzó los brazos y se frotó la barba, un trozo de barro seco le cayó a las piernas- ¿Entonces vivís aquí y ya esta?

-Mejor dicho morimos aquí- Neil señaló unos cuantos cadáveres descuartizados al fondo de la sala. Por su apariencia parecía que estuvieran alimentándose de ellos. Mosarreta frunció el ceño extrañado al ver aquel cuadro.

-¿Estáis..?

-... si comiéndonos a los muertos- interrumpió - No se si lo habrás notado pero la carne de Morador es adictiva a parte de tóxica. Puedes alimentarte unos días, pero cuanto mas la comes mas quieres hasta convertirse en una droga.

-¿Como sabes tu todo eso?¿También los habéis estudiado?- aquella historia le resultaba muy extraña. El laboratorio hacia décadas que había sido cerrado y aquel hombre parecía demasiado joven para ser un extrabajador del mismo.

-Nosotros creamos a los Moradores de las Cloacas- respondió Neil mirando al suelo, dándole una patada a una lata vacía- fue un error. Inoculamos un virus en varios sujetos necrófagos creyendo que habíamos dado con la cura. Pero no fue así, al tercer día de incubación comenzaron a mutar, algunos de ellos murieron pero otros se convirtieron en esas criaturas diabólicas..

-Un momento- interrumpió Mosarreta- Si eras trabajador del laboratorio ¿como es que eres tan joven?

-No soy joven, soy necrófago, tengo tantos años que ya perdí la cuenta. La barba y el pelo largo me camufla un poco mi condición- había que fijarse mucho para comprobar que en aquellas zonas donde Neil carecía de pelo también carecía de piel, aunque a lo lejos era casi imposible diferenciarlo- Aquello fue un poco caótico, murieron dos compañeros pero conseguimos reducirlos.

-¿Y como acabaron aquí abajo?

-Los teníamos sedados y atados a las camas del laboratorio, pero una noche escaparon unos cuantos por las alcantarillas y otros por la superficie. Los de la superficie murieron achicharrados por el sol, sin embargo los de las alcantarillas sobrevivieron, y eso no fue lo peor, aprendieron a reproducirse.

-Basta ya de historias, llevo todo el día de camino ¿hay cerveza? Me muero por una buena cerveza- entre el tiempo que Mosarreta había pasado en prisión y los últimos días en las alcantarillas, hacia meses que no probaba otra bebida que no fuera agua sucia. Por primera vez se sentía libre.

-No tenemos muchas, pero sírvete una. En la nevera al lado de donde están los tres hermanos que llegaron hace dos días- Neil Tarzard señaló una de las neveras, estaba a medio cerrar, al lado sentados en el suelo jugando con un balón hecho de trozos de tela tres niños. Mosarreta se acercó a la nevera para coger una cerveza. Les miró detenidamente mientras estiraba el brazo para coger una de las botellas.

-¿Y vuestros padres?- preguntó al ver sus caras de tristeza.

-Unos hombres malos nos cogieron hace mucho tiempo y nos llevaron lejos de mamá- respondió el mas pequeño de todos-Mamá nos está buscando, pero no sabe donde estamos.