MOSARRETA
Soñó que volvía a caminar. Campos de hierba verde, un
sol radiante y al fondo el amor de su vida. Corría hacia el, tan bella, con el
pelo negro caoba, esas caderas que tanto recorría con sus labios, beso a beso,
subiendo poco a poco por su cintura, sus pechos y finalmente besar aquellos
labios carnosos y ver aquella cara de pánfila que tan cachondo le ponía
-¡Yejova!- repetía una y otra vez -¡Yejova!- gritaba con mas fuerza, el campo
cada vez era mas gris, la imagen de su amada mas difusa.
-¡Mierda!- despertó con el ruido de las gotas cayendo
constantemente al suelo encharcado de las alcantarillas. Cristine estaba en la
misma posición que la noche anterior, inmóvil <<¿Se habrá intoxicado con
la carne del hombre pez?-pensaba mientras observaba como la chica dormía-
Estará cansada>>.
Maldecía cada mañana al despertar el día en que
intentó violarla y esta le dejó tullido. Le dolían aunque no pudiera moverlas.
Siempre se preguntaba porque quiso hacerlo. Era feliz, tenia una mujer bonita
que le amaba, un trabajo que le reportaba grandes sumas de chapas, pero todo
cambió de la noche a la mañana. El alcohol, las drogas, prostitución y por
último violador en serie <<¡Menudo currículo!¡Normal que mi mujer me
abandonara!>> Sentía una sensación extraña, tenia mucho que agradecerle a
Cristine, se había convertido en un gilipollas integral, pero gracias a ese
cuchillazo dejo de serlo, hizo verle que lo había perdido todo, hasta las ganas
de vivir. Después todo cambió, quería volver a ser el mismo de antes y
recuperar a Yejova, aunque sin pelo y en silla de ruedas y sobretodo después de
lo que había hecho, iba a ser tarea difícil
-¡Gracias!- dijo en voz alta, pero la chica no respondió
seguía dormida -¡Venga despierta!- gritó - es hora de ponerse en marcha, no
tenemos todo el día.
-¿Que hora es?- respondió Cristine mientras se
desperezaba.
-¡Y yo que cojones se!¿Tengo cara de tener un Rolex?
Aun quedaban brasas en la hoguera, medio consumidas
después de muchas horas encendida. Aprovecharon para prepararse el desayuno, y
una vez fritos los restos del hombre pez, comieron un poco para llenar el
estomago.
Mosarreta llevaba varios días comiendo lo mismo, pero
aquella carne tan tierna era de las mejores que había probado nunca y hasta
ahora no se cansaba de comerla. Tenia la sensación de que era adictivo puesto
que cuanto mas la comía mas le gustaba, y a su compañera parecía pasarle lo
mismo <<Mejor ser adicto a esto que no morir de hambre>>.
Una vez terminaron de comer Mosarreta guardo el resto
en una mochila que llevaba colgada en la parte trasera de su silla de ruedas.
Esta era automática, pero la falta de luz solar en las alcantarillas mermaron
las baterías, así que no tenia mas remedio que empujar las ruedas con sus
manos.
-¡En marcha!-ordenó. Mosarreta conocía algunas zonas
del alcantarillado, había pasado las ultimas semanas vagando sin un rumbo claro
buscando una salida, con tan mala fortuna que sin darse cuenta acabó volviendo
al lugar por donde había entrado. Al menos ahora volvía a estar orientado y
sabia que dirección tomar.
-Tranquila estas zonas están limpias. Al menos lo
estaban cuando pasé por aquí hace unos días- los túneles parecían todos
iguales, apestaban todos igual.
Mosarreta iba delante, empujando la silla con sus
manos, apoyada en las piernas su fiel arma. Cristine de vez en cuando le
ayudaba a sortear algún escalón mas alto de lo normal.
-¿Como acabaste aquí abajo?¿De quien huías?- quiso
saber. Le extrañaba que el ojito derecho del jefe de la banda de los Trajes
Grises andara por aquellos agujeros.
-Arnazi intentó violarme, pero le paré los pies a
tiempo rajándole la garganta con el mismo cuchillo que utilice para...
-No sigas. Entiendo que quieres decirme. Vaya... vaya...
la niña nos ha salido guerrera. Así que el jefe esta muerto- aquellas noticias
le dejaron petrificado. Sin un líder la banda de los Trajes Grises acabaría por
desaparecer. Arnazi no había elegido ningún sustituto para relevarle en el
puesto, ninguno de los integrantes de la banda aceptaría la autoproclamación de
nadie como nuevo jefe y mucho menos les veía lo suficientemente inteligentes
como para echarlo a votación.
-¡Aquí es donde cometí el fallo!- llevaban un buen
rato caminando por un túnel amplio, este a su final se dividía en otros dos mas
estrechos, pero perfectamente transitables. La vez anterior Mosarreta eligió el
camino de la derecha, estuvo casi una semana explorando pero no encontró
ninguna salida. Túneles inundados, otros bloqueados y mas de una abominación
como la que atacó a Cristine.
Cuando escapó del calabozo con su compañero, este le
dijo que tenían que dirigirse en la medida de lo posible siempre hacia el norte
y a pocas horas caminando encontrarían la salida. Lo que su compañero no le informó
es que en la bifurcación los dos túneles tomaban dirección norte.
-Tenemos que ir por la izquierda. Aunque te advierto
que a partir de aquí podemos toparnos con cualquier cosa- aquella zona no
estaba explorada.
El túnel parecía inacabable. Metros y metros de húmeda
oscuridad Sin previo aviso una de las trampillas de la parte superior del túnel
cedió, cayendo con ella un montón de basura precedida por una criatura. Entre
tanta oscuridad y salpicaduras de agua sucia Mosarreta no lograba ver bien que
tenia enfrente, pero por la silueta y el inconfundible chascarrido procedente
de la boca de aquel ser, se trataba de un hombre pez. Rápidamente echó mano de
su viejo rifle, demasiado tarde, la criatura le propinó un fuerte zarpazo y lo
tiró de la silla.
Mosarreta intentaba arrastrarse con sus manos pero
resbalaba cada dos por tres debido al agua. El arma estaba muy lejos, detrás de
la criatura, esta no debía ver muy bien puesto que no paraba de lanzar golpes
al aire. <<¡Maldita zorra!-pensaba con rabia, mientras seguía
arrastrándose con dificultad- ¡Ha huido!>>.
Escuchó un disparo, el sonido retumbó en las paredes
del estrecho túnel, un poco de sangre salpicó a Mosarreta pero la criatura
seguía dando golpes al vacío. Otro disparo impacto contra el abdomen de la
abominación, esta cayó al suelo de rodillas <<¡Mierda me ha
visto!>>, arrastrándose hacia el la criatura le cogió de un tobillo,
intentó cogerle del otro pero un golpe la apartó. En ese momento Mosarreta vió
que era Cristine, estaba de pie delante suyo apuntando fijamente al hombre pez.
Respiró y disparó, la abominación pataleó y poco después dejo de moverse. El
último disparo de la chica había impactado de lleno en la cabeza del hombre pez
dejando un agujero enorme en el ojo.
Mosarreta observaba desde el suelo como Cristine
seguía apuntando firmemente al cuerpo sin vida de aquella criatura.
-¡Déjalo, ya esta muerto, no desaprovechemos
munición!- dijo mientras jadeaba, le costaba hablar-¡Gracias!¡Pensé que te
habías marchado!
-¿Porque?¡Tu me salvaste la otra vez!¡Ahora estamos en
paz!
-Una cosa- Mosarreta hizo una observación-La próxima
vez dispara directamente a la cabeza.
Con la ayuda de Cristine volvió a sentarse en la
silla, y siguieron por el túnel, dejando atrás el cadáver del hombre pez.
Le dolía el costado, el golpe de la criatura había
sido muy fuerte, mas aun el sucio suelo lleno de agua sucia y putrefacta donde
impacto de lado. Aun sentía el olor a rancio <<Debo apestar a
podrido>> aunque no sabia bien si era solo él o el aroma de las
alcantarillas. Podría pasar meses en aquel agujero que nunca se acostumbraría a
aquellos olores.
El final del túnel desembocó en un gran espació donde
cruzaban cuatro túneles, uno de ellos bloqueado por lo que debía ser un
derrumbamiento.
-Debemos seguir al norte, ya estamos cerca creo...
Aquel lugar estaba poco iluminado, pequeños rayos de
sol se colaban por rendijas y pequeños agujeros en la parte superior. En el
centro unos barriles de metal tirados en el suelo medio cubiertos por el agua.
Alrededor ningún indicio de amenaza.
Siguiendo las indicaciones de su compañero muerto
continuaron hacia el norte dejando a su derecha otro túnel a simple vista
similar al que habían venido.
-¿Donde creéis que vais?- alguien les interrumpió
cuando ya habían cruzado casi por completo aquel lugar. La voz procedía del
otro túnel, de entre las sombras salió un hombre alto y delgado vestido con
bata médica, amarillenta y llena de manchas de sangre y barro. Tenia el pelo
sucio y enmarañado, una larga y espesa barba canosa le cubría el rostro, sus
pequeños ojos negros estaban acompañados por grandes ojeras fruto de muchos
días en la oscuridad o de un deficiente descanso.
-¿Quien eres tu? ¿Que haces aquí?- preguntó Cristine,
pero antes de obtener respuesta un grito atroz se escuchó retumbando en las
paredes de aquel lugar. Una manada de necrófagos salvajes, apareció entre la
oscuridad del túnel situado al norte. El hombre misterioso desenfundó una
pistola de plasma y abrió fuego a discreción contra los necrófagos.
El hombre vestido de medico no parecía ser muy hábil
con las armas puesto que alcanzaron rápidamente a Cristine. Uno de ellos se
abalanzó sobre la chica de un gran salto. Los dos cayeron al suelo forcejeando,
el necrófago intentaba morderla en el cuello, pero de un codazo se lo quito de
encima.
<< ¡Cuanto bicho!>> pensaba al mismo
tiempo que disparaba su viejo rifle, con poco acierto. Los necrófagos no
paraban de moverse y eran muy ágiles.
Un grupo de personas salieron del túnel donde estaba
el hombre de la barba canosa, armados con palos metálicos, cuchillos o
cualquier cosa contundente para golpear. Niños y adultos inundaron aquel lugar,
redujeron los necrófagos a un montón de carne y huesos.
-¡Rápido todo el mundo adentro!- gritó el hombre
vestido de medico, haciendo un movimiento con su mano señalando el túnel por
donde habían salido.
Como un rebaño de ovejas todos acataron las ordenes de
aquel hombre, incluidos Mosarreta y su compañera.
-¡Gracias!- agradeció Cristine.
-¿Quienes sois?- había estado muchos días vagando por
las alcantarillas y en ningún momento vio señales de vida humana. No obtuvo
respuesta, todos allí presentes caminaban en silencio por el túnel, Mosarreta
al igual que Cristine iba un poco mas rezagado, todo aquello le pillaba por
sorpresa.
Pocos metros después, llegaron a otro espacio similar
al anterior. Tenia todas las salidas bloqueadas a excepción del túnel por donde
habían venido. Iluminado por hogueras encendidas dentro de bidones de metal,
causaba un efecto amarillento intermitente en las paredes. El suelo seco, lleno
de objetos, camas improvisadas. Colchones viejos, sabanas sucias, esterillas de
playa rotas, neveras desconectadas emulando una despensa y taquillas metálicas
oxidadas. Daba la sencación de que toda la mierda de las alcantarillas la hubieran
llevado a aquel lugar para crear un hogar.
-Perdonar pero no había tiempo que perder, podrían
habernos seguido- murmuró el médico- Soy Neil Tarzard, seguidor de la
"Orden de San Juan de Dios" y antiguo doctor del Notocar cuando este
era un laboratorio para investigar necrófagos.
-Soy Mosarreta y esta es mi compañera Cristine, ambos
fugitivos del Notocar.
-Como todos los aquí presentes- respondió Neil
Tarzard.
-¿Y que hacéis aquí? ¡La salida esta al norte!
-Ya lo sabemos, todo el mundo lo sabe, pero no hay
salida- se encogió de hombros- La salida esta siguiendo el túnel por donde
salieron los necrófagos, pero aquella zona esta infestada de Moradores de las
Cloacas y algunos necrófagos, lo que hace imposible llegar al destino.
-Entiendo- Mosarreta cruzó los brazos y se frotó la
barba, un trozo de barro seco le cayó a las piernas- ¿Entonces vivís aquí y ya
esta?
-Mejor dicho morimos aquí- Neil señaló unos cuantos
cadáveres descuartizados al fondo de la sala. Por su apariencia parecía que
estuvieran alimentándose de ellos. Mosarreta frunció el ceño extrañado al ver
aquel cuadro.
-¿Estáis..?
-... si comiéndonos a los muertos- interrumpió - No se
si lo habrás notado pero la carne de Morador es adictiva a parte de tóxica.
Puedes alimentarte unos días, pero cuanto mas la comes mas quieres hasta
convertirse en una droga.
-¿Como sabes tu todo eso?¿También los habéis
estudiado?- aquella historia le resultaba muy extraña. El laboratorio hacia
décadas que había sido cerrado y aquel hombre parecía demasiado joven para ser
un extrabajador del mismo.
-Nosotros creamos a los Moradores de las Cloacas-
respondió Neil mirando al suelo, dándole una patada a una lata vacía- fue un
error. Inoculamos un virus en varios sujetos necrófagos creyendo que habíamos
dado con la cura. Pero no fue así, al tercer día de incubación comenzaron a
mutar, algunos de ellos murieron pero otros se convirtieron en esas criaturas
diabólicas..
-Un momento- interrumpió Mosarreta- Si eras trabajador
del laboratorio ¿como es que eres tan joven?
-No soy joven, soy necrófago, tengo tantos años que ya
perdí la cuenta. La barba y el pelo largo me camufla un poco mi condición-
había que fijarse mucho para comprobar que en aquellas zonas donde Neil carecía
de pelo también carecía de piel, aunque a lo lejos era casi imposible
diferenciarlo- Aquello fue un poco caótico, murieron dos compañeros pero
conseguimos reducirlos.
-¿Y como acabaron aquí abajo?
-Los teníamos sedados y atados a las camas del
laboratorio, pero una noche escaparon unos cuantos por las alcantarillas y
otros por la superficie. Los de la superficie murieron achicharrados por el
sol, sin embargo los de las alcantarillas sobrevivieron, y eso no fue lo peor,
aprendieron a reproducirse.
-Basta ya de historias, llevo todo el día de camino
¿hay cerveza? Me muero por una buena cerveza- entre el tiempo que Mosarreta
había pasado en prisión y los últimos días en las alcantarillas, hacia meses
que no probaba otra bebida que no fuera agua sucia. Por primera vez se sentía
libre.
-No tenemos muchas, pero sírvete una. En la nevera al
lado de donde están los tres hermanos que llegaron hace dos días- Neil Tarzard
señaló una de las neveras, estaba a medio cerrar, al lado sentados en el suelo
jugando con un balón hecho de trozos de tela tres niños. Mosarreta se acercó a
la nevera para coger una cerveza. Les miró detenidamente mientras estiraba el
brazo para coger una de las botellas.
-¿Y vuestros padres?- preguntó al ver sus caras de
tristeza.
-Unos hombres malos nos cogieron hace mucho tiempo y
nos llevaron lejos de mamá- respondió el mas pequeño de todos-Mamá nos está
buscando, pero no sabe donde estamos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario