JACQ
Bjarme Risa finalizó su actuación conforme la comenzó,
sin pena ni gloria. Dos números más la precedieron. El primero un cantante de
poca monta con su vieja guitarra española. El siguiente era el número especial
de la noche. Jacq miraba babeando como la bailarina que estaba actuando en esos
momentos movía los pechos al son de la música.
Morena de pelo largo, piel tersa, caderas estrechas,
destacaba por sus voluptuosos pechos. Eran grandes como jamás había visto Jacq.
<<Si todos los pechos fueran así no existiría hambre en el mundo -
fantaseaba - seguro que con una mano no puedo cubrirlas>>. La excitación
aumentaba por momentos, sentía como le apretaban cada vez más los pantalones.
La bailarina por su parte seguía contorneándose, ganándose todo tipo de piropos
y sandeces de los varones allí presentes sin llegarse a quitar ninguna prenda.
Jacq despertó de su fantasía erótica de golpe.
-¡Deja de mirarle las tetas a la bailarina y atiende
que esto es importante!- Poli su hermana le propinó una colleja que sonó en
todo el local, pero nadie se percató excepto Jacq que notaba como le picaba el
pescuezo.
-El plan es el siguiente- explicaba Hueter-mi amigo
Delasno nos ha conseguido tres autorizaciones para entrar en el Luxury Odín,
son de tres miembros de la Hermandad del Rayo. Los encontraron muertos a las
afueras de la ciudad y les robaron los pases además de las armas y las
servoarmaduras. Hoy dormiremos aquí, ya mañana temprano entraremos. Por cierto
Jacq ¿quien era el negro que hablaba antes con vosotros?
-Tengo unos asuntillos pendientes con el, si todo sale
bien tendremos un nuevo integrante en nuestro grupo sin coste alguno.
-Ve con cuidado amigo estas calles están repletas de
indeseables. No me fío un pelo alguien que no conozco- aportó Hueter.
-Ya lo se compadre, me lo dejaste bien claro el día en
que nos conocimos- Jacq dejo escapar una carcajada. No dio tiempo ni a acabarse
la cuarta cerveza, cuando el show de la morena pechugona termino, con el consiguiente
abucheo de los espectadores al comprobar que finalmente no se deshizo de
ninguna prenda.
Era la hora, ya no había más actuaciones y la gente
comenzaba a abandonar el bar. Jacq salió solo al lugar de encuentro. << ¡Otra
noche mas sin dormir!>> Le gustaban los días largos, sobre todo pasar las
noches en vela.
Echó mano del paquete de tabaco para encenderse un
cigarro, quedaban pocos, debía subministrarlos bien, no sabia donde encontrar
tabaco por aquella zona, aunque con tanto antro seguro que alguno de ellos vendería.
La gente parecía no dormir en aquella ciudad, los
yonkis del callejón estaban aun mas colocados y el sonido los gritos,
conversaciones, disparos era el mismo que el de la tarde anterior.
El cigarro le duro lo justo para llegar al puesto de
los guardaespaldas.
-¡Tu!- señalo a James Black al tiempo que dejaba caer
el cigarro al suelo dándole la última calada -¿Cual es tu tarifa?
-Cien chapas por viaje y persona- el negro sabia
disimular. Hablaba como si no se conocieran.
-Esta bien quedas contratado, voy yo solo. Vamos- la
voz de Jacq sonaba un poco forzada, pero a ojos de los compañeros de James
Black parecía un viajero cualquiera dispuesto a fundirse el dinero en los
casinos.
Caminaron unos metros sin mediar palabra, James Black
le seguía cubriendo las espaldas tal y como hacia con sus auténticos clientes.
-¡Dame la pasta o te rajo!- la voz no era la de su
compañero, Jacq notaba como algún objeto le pinchaba suavemente la parte lumbar
izquierda. Sin tiempo a girarse escuchó un disparo cercano, quedando salpicado
de sangre. El cuerpo del presunto atracador, cayó muerto con un agujero en la
cabeza del diámetro de una botella de cerveza, creando un charco de sangre en
el suelo.
-Un drogadicto menos- bufó James Black.
-¿Como sabes que es drogadicto?- preguntó Jacq
desconcertado.
-Si hubiera sido alguien en su sano juicio, no habría
atacado tan directamente a una persona que va acompañada por uno de los
nuestros. Por aquí- señaló con el dedo una calle a su derecha, de proporciones
similares a la que transitaban.
Sea cual fuera la calle en Penélope, todas estaban muy
poco iluminadas. Había farolas pero la mitad con las bombillas fundidas o
rotas, otras habían corrido peor suerte al encontrarse tiradas en el suelo
fruto de reyertas o batallas dentro de la ciudad. Dicho panorama dejaba la
ciudad con una iluminación deficiente, hasta tal punto que en algunos rincones
estaban completamente a oscuras, rincones aprovechados por ladrones mas
especializados que el yonki que había intentado atracar a Jacq anteriormente.
James Black esta vez iba delante, siguiendo la ruta más segura para evitar
otros posibles altercados. Jacq no podía entender como una ciudad así podía
estar rodeando por completo la ciudad más rica de la región.
-No te equivoques Jacq, esta ciudad esta podrida. El
dinero entra en el Luxury Odín y ya no vuelve a salir. Adinerados con los
bolsillos llenos de chapas entran creyéndose los dueños del mundo, para salir a
las pocas horas en ropa interior y sin una mísera moneda. La mayoría se quedan
aquí vagando en pena, buscando algún trabajo que les haga recuperar parte de lo
perdido. Pero lo que no absorbe el Odín termina por absorberlo Penélope,
drogadicción, alcoholismo, prostitución y ludopatía por doquier tanto en un
lugar como en otro hacen que las personas terminen completamente locas
esperando a que alguien les meta un tiro en la cabeza en un intento de robar
dinero para comer o drogarse o simplemente de una sobredosis de Anexis.
-¡Macho me estas acojonando!- Jacq sintió un fuerte escalofrío
al escuchar el relato que sin ton ni son le había contado el guardaespaldas.
-Historias aparte Jacq es el edificio que tienes ahí
delante, donde están los dos guardias- señalo haciendo un movimiento con la
cabeza- yo les distraeré. Sube escaleras arriba, no hay perdida, encontrarás
una habitación grande que da al otro lado de la calle donde me has recogido,
Cosmi Turbas esta durmiendo, duerme muy profundamente, aun así se lo mas
sigiloso que puedas. El transmisor es como una de las radios del ejército. Solo
pulsa el botón reset, una vez lo hayas hecho tira este dado por la ventana y
espera a mi regreso-abrió la mano y dejo caer un dado amarillento en la palma
de la mano de Jacq- ¿Entendiste?
Jacq asintió con la cabeza. Acto seguido James el
guardaespaldas se acercó corriendo hacia los guardias de la puerta, esta estaba
abierta, no podía estar de otro modo porque carecía de puerta física. Una
mentira muy buena debió contarles puesto que salieron todos corriendo hacia la
parte delantera del edificio de inmediato.
Era el turno de Jacq, con paso firme y rápido se
adentro en el edificio sin ser visto por nadie. Conforme subía las escaleras
por aquel pasillo oscuro escuchaba los ronquidos cada vez más fuertes de Cosmi
Turbas.
James Black tenía razón, el señor Turbas dormía a
pierna suelta, un hombre calvo de pelo canoso, durmiendo en una cama vieja del
antiguo mundo, luciendo su gran barriga con los botones de la camisa
desabrochados.
Era una habitación grande y polvorienta, con el suelo
lleno de objetos, lo que dificultaba el silencioso avance de Jacq. La cama
estaba situada a su izquierda, enfrente una mesa redonda de madera, encima de
la mesa estaba el transmisor de frecuencia. Conforme le había informado el
James el guardaespaldas era muy parecido a una de las radios del ejército.
Jacq llegó a la mesa no sin antes tropezar un par de
veces con botellas de cristal que había tiradas en el suelo. Cosmi Turbas hizo
intención de despertarse, para fortuna de Jacq el intento fue fallido.
Siguiendo las órdenes de James pulsó el botón reset,
le parecía curioso puesto que era demasiado obvio, pero tampoco le importaba
saber más del asunto. Acto seguido tiró el dado por la ventana y se quedo
quieto en la habitación como si de una sombra se tratase.
El sonido del dado golpeando el suelo de la calle
repetidas veces dio paso a la voz de James Black; - ¡Compañeros somos libres!
¡Podemos quitarnos los collarines que tantos años de esclavitud nos han
brindado!- instantes después James entraba en la habitación.
-¿Que coño haces?- preguntó Jacq. El guardaespaldas
estaba poniéndole el collarín alrededor del cuello a Cosmi Turbas.
-Jacq hazme un ultimo favor, vuelve a darle otra vez
al botón de reset.
Sin poner oposición hizo lo que le pidió y pulsó de
nuevo el botón de reset. El collarín esta vez rodeando el cuello del esclavista
Cosmi, comenzó a emitir un sonido agudo, bastante molesto. El hombre al
escuchar el zumbido se levanto de un sobresalto.
-Pero que...-
-¡Cállate!- interrumpió con toda calma James Black el
sobresalto del esclavista- Aunque sea por unos segundos vas a saborear lo que
hemos sentido nosotros durante años.
-Si voy a morir ahora no lo haré solo - Cosmi Turbas
se abalanzó sobre James Black, intentaba pegarse lo máximo posible al que había
sido su esclavo durante muchos años para que así el collarín les hiciera
explotar a los dos. Jacq no se lo pensó dos veces, cogió una de las botellas de
cristal del suelo y le dio de lleno en todo el rostro al señor Turbas, esté
cayó de espaldas sobre la cama y el collarín exploto. El cuerpo sin vida quedo
tirado en la cama, sin cabeza y con las sabanas y paredes de los alrededores
teñidas de sangre.
-¡Gracias!- James Black le agradeció el oportuno
botellazo- Si no llega a ser por ti ahora mismo yo tampoco tendría cabeza. Te
debo la vida y la libertad.
-¿Entonces ahora vendrás con nosotros?
-Es lo menos que puedo hacer por ti. Aunque por lo que
tengo entendido vais a entrar en el Luxury Odín. Yo por mi parte prefiero
quedarme aquí. Ahora con Cosmi Turbas fuera de circulación el negocio es
nuestro. Una vez volváis os estaré esperando, mientras me dedicare a lo que he
hecho toda mi vida, ser guardaespaldas.
Jacq se sentía alterado y confuso. Aquellas palabras
de agradecimiento le hicieron cambiar de perspectiva, después de todo, el mundo
aun tenia esperanza, se merecía otra oportunidad. Si el había sido capaz de
liberar desinteresadamente de la esclavitud perpetua a una persona que conoció
unas pocas horas atrás, cualquier persona era capaz de hacer el bien. Aunque
hubieran pasado mas de doscientos años de la guerra, esta nunca finalizó, solo
cambió sus enemigos.
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