JAMES BLACK
Desde que la noche anterior Jacq le ayudara a acabar
con su opresor Cosmi Turbas y liberarse del collarín que tantos años le había
privado de libertad, James Black había pasado la noche en vela. Recorriendo
Penélope de arriba a abajo, de norte a sur, de este a oeste.
Por primera vez pudo estar con una mujer, los
prostíbulos estaban fuera del radio de alcance y le era imposible acercarse sin
que su collarín explotara. No era como el imaginaba que seria su primera vez,
pero a su edad ya no tenia cuerpo para cuentos de príncipes y princesas.
Sentado en el suelo, limpiando su vieja escopeta con
un trozo de tela amarillento, esperaba nuevos clientes que acompañar a las
puertas del Luxury Odín.
Los siguientes en llegar no eran clientes, Jacq y su
compañero necrófago se acercaban discutiendo el uno con el otro. Por las voces
que daban se iba a enterar todo Penélope del motivo de su discusión.
-¿Queréis dejar de dar voces?- fue el recibimiento de
James Black a la llegada de sus futuros compañeros de viaje-¿Que es esa
chatarra que lleváis puesta encima?
Vestían sendas servoarmaduras gris claro, parecían las
armaduras que los caballeros de la edad medieval utilizaban en el campo de
batalla, aunque estas eran mas sofisticadas. El material con que estaban echas
parecía acero, pero este era flexible, aunque no tanto puesto que las
articulaciones estaban formadas por otro material de color negro que permitía
el movimiento.
-¿Estas listo?- le preguntó Jacq. Debía pasar calor
con aquel traje puesto que sudaba como un cerdo.
-Por supuesto, estoy como loco por salir de este
agujero- había llegado la hora, James Black no recordaba haber salido nunca de
Penélope
Las puertas se abrieron, los rayos del sol del
atardecer bañaban las montañas cercanas, creando un paisaje de paz y
tranquilidad. Sabia de sobra que allí fuera encontaría de todo menos paz y
tranquilidad pero el echo de ser libre para salir le causaba sensación de
bienestar.
Cuando James Black se dispuso a dar el paso definitivo
y cruzar el limite que tenia establecido cuando llevaba el collarín se quedo
quieto. Las piernas le temblaban, estaba nervioso, notaba como si aun llevara
aquel maldito trasto colgando en su delgado cuello. Tocaba y tocaba pero no
encontraba nada <<Me lo quité-pensaba una y otra vez-¿Porque no puedo
seguir?>>
Había quedado rezagado respecto a sus compañeros, sin
que estos se dieran cuenta de nada.
-¡Quita de ahí!- un hombre vestido con trapos viejos
le propinó un empujón cuando este se disponía a salir de Penélope, James Black
estaba bloqueando la salida sin querer. A causa del empujón se tambaleo unos
metros y cuando pudo recuperar el equilibrio de nuevo James se dio cuenta que
estaba mas lejos de lo que nunca había estado.
Un sudor frio le subió desde los pies a la frente, el
corazón le latía a ritmo frenético <<¡Soy libre!>>.
-¡Soy libre!- gritó a los cuatro vientos.
-Yo también, libre para morir viejo y pobre- replicó
el desconocido causante del empujón
El grito debió llegar a los oídos de Jacq y el
necrófago puesto que ambos se giraron.
-¿Que cojones haces?¡Vamos corre!- gritó el necrófago
desde la lejanía
James Black corrió para alcanzar a sus compañeros. El
viento cálido del atardecer golpeaba su rostro. Nunca había tenido una
sensación igual. Correr hacia donde el quisiera, era el mayor privilegio que
recordara jamas.
Su carrera se vio truncada a pocos metros de Jacq y el
necrófago. Un extraño animal le embistió a su paso. Del tamaño de un perro
grande, con la piel grasienta como un cerdo, los ojos pequeños como dos canicas
negras, del hocico le salían dos dientes superiores y dos inferiores mas
pequeños, destartalados y amarillentos, nunca había visto un ser así.
-¡Un mutajabalí!- grito el necrófago
-¿Que cojones es eso Hueter?- preguntó Jacq.
-La muerte de este pobre desgraciado como no se lo
quitemos de encima.
<< Daros prisa cojones >> forcejeaba con
aquel animal mientras este intentaba morderle. Los mordiscos del mutajabalí
eran violentos aunque no lograban el objetivo de alcanzar la piel de James
Black, a cada intento fallido las babas del animal caían sobre su rostro.
Como si de un placaje se tratara Jacq se abalanzó
sobre el mutajabalí lanzándolo a unos pocos metros. El animal se quedo tumbado
con las patas mirando al cielo, no podía darse la vuelta de lo plano y ancho
que tenia el lomo, chillaba como una rata.
James se acercó al animal y le clavó el cuchillo en el
arrugado pecho, el mutajabalí siguió pataleando durante un breve periodo de
tiempo, la sangre que le emanaba de la herida era de un color verdoso oscuro,
finalmente dejó de moverse.
-¿Que cojones ha pasado? ¿Que era ese bicho?- preguntó
entre jadeos.
-¿Estas bien?- Hueter se intereso por su salud.
-Si tranquilo solo son rasguños, espero que no sea
contagioso lo que sea que tenga esa cosa.
-Tranquilo, yo tampoco contagio- bromeó- Era un
mutajabalí, la radiación hizo que los jabalís acabaran extinguiéndose, los
pocos que sobrevivieron quedaron con este aspecto- explicó mientras le daba
pequeñas patadas al animal muerto.
-¿Que cojones es un jabalí?- James Black había visto
pocos animales en su vida, la mayoría alterados genéticamente.
-Eran como cerdos salvajes que vivían por la sierra
antes de la guerra.
-Como si supiera lo que era un cerdo- interrumpió
Jacq- en fin no vamos a ponernos ahora a dar clases de ciencias de la
naturaleza ¿Nos vamos?
El tono bromista de Jacq arrancó una sonrisa en todos.
-Que cachondo- dijo James entre risas- Un cerdo es un
hombre que no se lava. ¿Enserio había hombres que corrían salvajes por el campo?
De las carcajadas pasaron al silencio mas absoluto
<< ¿Que he dicho? >>, las risas volvieron a sonar esta vez con mas
fuerza, aunque James esta vez estaba callado, expectante, no entendía que había
pasado.
-Un cerdo es un hombre que no se lava- dijo Jacq
bromeando- Entonces todos somos cerdos ¿no?
-Vamos James tenemos camino por delante ya te
explicare que es un cerdo.
<<He quedado como un ignorante>>
El paisaje era mucho peor de lo que había imaginado.
Caminaban sin seguir camino o carretera alguna por un paraje escaso de
vegetación. Los pocos arboles que aun se mantenían en pie estaban secos y sin
hojas. Kilómetros de tierra arenosa que levantaba polvo a cada paso. Cadáveres
en descomposición de todo tipo de animales, de algunos solo quedaban los huesos.
Bloques mas bloques de edificios en ruinas, solo quedaba la estructura de
aquellos que mejor se conservaban.

-He pasado casi toda mi vida encerrado en Penélope,
por no saber no se ni escribir.
-Yo tampoco- interrumpió Jacq - y a leer aprendí con
cómics rotos, en los que la historia no tenia ni principio ni fin.
-Yo aprendí antes de la Gran Guerra- bufó Hueter- a
leer y a escribir, existían las escuelas.
-¿Escuelas?- a James Black aquella palabra le era
extraña.
-Si, un lugar donde la gente aprendía a leer y
escribir ademas de otras muchas cosas.
-Nunca he visto un sitio así- replicó Jacq.
-Ahora que yo sepa ya no existen, la gente con suerte
aprende a leer y escribir por algún familiar o amigo.
Los momentos posteriores a aquella charla pasaron con
el mas absoluto silencio. Solo se escuchaba la suave brisa al rozar con los
resecos hierbajos.
-¿Falta mucho?- preguntó Jacq, parecía cansado.
-Si no hubieras estado toda la noche de parranda ahora
estarías descansado- fue la respuesta de Hueter.
-Yo creo que nos hemos perdido- dijo James Black entre
bostezos.
-Callad- parecía que Jacq había visto algo fuera de lo
común-¿Alguien mas lo ha oído?
-¡Al suelo!- gritó Hueter.
Un artefacto hizo explosión delante de sus narices.
James Black se apartó justo a tiempo para evitar el impacto. <<¿Que
cojones ha sido eso?>>
-¡Que no quede nadie con vida!- se escuchaba a lo
lejos. Alguien les estaba disparando, James se arrastro por el suelo en medio
de una neblina de arena provocada por la explosión, hasta ponerse a cubierto en
una roca grande cercana. Una vez a cubierto detrás de la roca, comprobó que
Hueter también se había puesto a cubierto, este estaba apoyado sobre una de sus
rodillas disparando contra sus agresores, no había rastro alguno de Jacq.
James Black cargó su arma y se dispuso a disparar,
pero cuando quiso asomar la cabeza para localizar sus objetivos una bala
impactó contra la piedra y le hizo esconder la cabeza de nuevo <<Por que
poco>>.
-¡Mierda se ha atascado el arma!- los disparos
cesaron, los agresores tenían problemas con sus armas o bien se habían quedado
sin munición. Hueter salió corriendo en la misma dirección de donde venían los
tiros, James decidió hacer lo mismo. Metros mas adelante cogieron por sorpresa
a tres hombres y una mujer vestidos de atuendos bastante estrambóticos, solo
uno de ellos estaba armado.
-¿Que tenemos aquí?- preguntó Hueter con voz seria. El
agresor que momentos antes estaba disparándoles intentaba arreglar a golpes su
arma una Ametralladora Gatling XM-214 de infantería - Esa cosa nos va a venir
muy bien. Aparta de ahí.- Hueter hizo un gesto con su rifle de plasma incitando
a los agresores a apartarse de la ametralladora.
-¡Somos la banda del Risketo!¡Nadie nos da ordenes!-
respondió la única mujer del grupo. Aparentaba ser de avanzada edad, pero su
pelo en forma de cresta puntiaguda teñido de color rojo daba a entender todo lo
contrario. Todos vestían una coraza que al parecer se la habían fabricado con
ruedas de algún vehículo de gran tamaño.
-¡Tu lo has querido!- el tono de Hueter era amenazante
-¡Negro ya sabes lo que hay que hacer!
-¡Espera espera!¡No disparéis!- gritó otro de los
agresores. Un hombre calvo con la barba teñida del mismo color rojo que la
mujer.
-Demasiado tarde- James Black apretó el gatillo de su
vieja escopeta y la bala penetró entre los ojos del hombre de la barba roja.
Este cayo inmediatamente sin vida al suelo. Hueter por su parte seguía inmóvil
apuntando al resto del grupo.
-¡Esta bien!-grito la mujer- Quedaos con el arma pero
dejarnos marchar.
-El arma y toda la munición que llevéis encima-
respondió James.
-¡Me parece bien James!
-Esta bien- dijo la mujer de la cresta roja-Os daremos
la munición, pero dejadnos marchar.
-Si quisiéramos mataros ya estaríais muertos, aquí mi
compañero es de gatillo fácil como habréis podido comprobar- Hueter no dejaba
de apuntar con el rifle de plasma. La mujer debía ser el cabecilla del grupo,
esta ordenó a los otros dos hombres que depositaran la munición en el suelo.
Obedecieron como corderitos y se deshicieron de toda la munición que llevaban
encima. Había un centenar de balas de veintidós milímetros Gatling XM-214
tiradas en el suelo a los pies del grupo.
-¿Y esta mierda? Cachéalos James- ordenó Hueter.
<< ¿Porque tengo que hacer yo siempre el trabajo
sucio? >> James Black comenzó a registrar a los hombres. No llevaban casi
ropa encima, los pantalones eran de una tela sucia llena de barro seco,
carecían de bolsillos.
<< Lo mejor para el final >> era el turno
de la mujer, esta no era ninguna belleza, su piel seca y arrugada y sobretodo
el corte de peinado rojo en forma de cresta, causaban repulsión en la persona
de James Black, aunque era mucho mejor plato que los malolientes hombres que
había sobado anteriormente.
<< ¡Tiene tetas! >> metió la mano dentro
de aquella primitiva coraza por la parte del pecho, enseguida notó como no
llevaba nada puesto debajo. Sentía al tacto unos enormes y duros pezones como
piedras. ¿Era porque le excitaba que la tocara? ¿O fruto de la tensión que
vivía en aquel momento?
-¡Toca bien no se te vaya a escapar ningún detalle!-
protestó la mujer.
-¡Perdón!- respondió con vergüenza. Después de
aquellas palabras el cacheo fue rápido y superficial, mas incluso que los
anteriores.
-No llevan nada más.
-Andando, desapareced de aquí y que no os volvamos a
ver. La próxima vez no seremos tan clementes- los tres vándalos salieron
corriendo a gran velocidad en la misma dirección sin dar tiempo a Hueter a
terminar de hablar-¿Y eso? ¿Tienes un arma escondida en los pantalones?
Je...je...je...
James Black bajó la vista hacia sus pantalones, tenia
la polla dura como un bate de béisbol Los pantalones eran flexibles, por lo que
parecía que tuviera una tienda de campaña a la altura del paquete.
-¡Ya se donde podremos acampar esta noche!- bromeó el
necrófago.
-¡Aaaaahhhh!- un agudo grito interrumpió aquella
incomoda situación, era la voz de una mujer, sonaba como una niña asustada,
venia en dirección contraria a la tomada por los vándalos en su huida.
-¿Que cojones...?¿Quien eres tu?- Jacq parecía haber
encontrado a alguien. Inmediatamente James Black y su compañero necrófago
corrieron hacia donde sonaba la voz de Jacq. Una vez pudieron localizarle
vieron que estaba apuntando con el cañón Gauss a una mujer joven, delgada, el
pelo negro y liso le cubría los hombros, vestía una vieja camiseta llena de
manchas de lo que parecía ser sangre seca y pantalones vaqueros desgarrados. Lo
mas llamativo de ella era la mascara que sujetaba en una de sus manos, una
mascara hecha de piel humana, como si hubieran vaciado la cabeza de un
necrófago.
<< ¡Esta si es guapa! >>
-¿Quien es esta muchacha?- James Black se dirigió a
Jacq, no sabia donde se había metido después de que el artefacto de los
vándalos explotara delante de sus narices.
-¡No lo se, pero casi me mata de un susto!- gritó
Jacq- No me dió tiempo a esquivar aquella granada y me cogió de lleno, menos
mal que llevo puesta la mierda esta sinó ahora mismo seria cadáver-
refiriéndose a la servoarmadura
-¿Y la muchacha?¿De donde ha salido?- Hueter se
rascaba la cabeza con el rifle de plasma mientras lanzaba la pregunta.
-¡Tampoco lo se!
<< ¿Sabrá algo? >>
-Quedé inconsciente por el impacto y cuando desperté
la tenía delante de mis narices husmeando con esa apestosa mascara puesta. Un
poco mas y muero del susto- señaló a la muchacha de pelo negro. Esta continuaba
con los brazos levantados, en silencio, sin pestañear, solo se escuchaban sus
constantes y fuertes respiraciones. James se acercó a Jacq y con un suave
movimiento de mano hizo que su compañero dejara de apuntar con el cañón a
aquella mujer.
-¡Dinos quien eres!- las palabras de James Black
hicieron que la muchacha se asustara y dejara caer la mascara al
suelo-¡Tranquila no te vamos a hacer nada! Haz el favor, baja los brazos.
La mujer hizo caso y lentamente bajó los brazos hasta
su posición natural, aunque no parecía muy dispuesta a revelar su nombre. James
y sus compañeros la miraban fijamente con el ceño fruncido.
-No seas tímida mujer que no mordemos- bromeo Hueter.
-Tu igual no pero tu compañero casi me vuela la
cabeza- fueron las primeras palabras que salieron de su boca.
-¡Te voy a despertar yo con esa mascara a ver si te
gusta!- gruño Jacq.
-Tranquilo hombre tampoco es para tanto. Tendrías que
estar acostumbrado que llevas todo el día viéndole la jeta a Hueter.
-¡Oye tu negro!¡No te pases o te rajo!- las palabras
del necrófago sonaban a indignación. En medio de aquella pequeña discusión la
muchacha dejo escapara una pequeña pero tímida sonrisa.
-Disculpad que os interrumpa-dijo la mujer desconocida
con tono suave-Me llamo Cristine.
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