HUETER
No dejaba de darle vueltas. Estaba seguro de que había
visto a aquella chica antes. ¿Pero dónde? podría tratarse de alguna
coincidencia. Muchas eran las personas que había conocido Hueter en su larga
vida, quizás se tratase de otra persona con un semblante similar, quizás un
familiar.
-Cristine, recoge la máscara de necrófago y póntela de
nuevo. James vamos a por el arma que nos han dejado, a ver qué podemos hacer.
Jacq quédate aquí con nuestra invitada.- dando órdenes se sentía como el
capitán de aquel peculiar pelotón
-¿Tienes tabaco?-le preguntó James Black, mientras se
acercaban de nuevo al lugar donde habían dejado el Gatling XM-214 -¡Me muero
por un cigarro!
-Jacq siempre suele llevar alguno encima.
El arma seguía en el mismo sitio donde la habían
dejado. Hueter la inspeccionó detenidamente para comprobar cuál era el motivo
por el que había dejado de funcionar. A siempre vista parecía estar en perfecto
estado. No tardó en observar que una bala de diferente calibre a la
reglamentaria del arma estaba colapsando el tambor giratorio impidiendo que
este realizara su función de carga. << ¡Novatos! >>
-¡Esto es lo que pasa cuando compras munición a
granel!
-¿Tiene arreglo?- preguntó James Black.
-Por supuesto. Los cabrones de los comerciantes tienen
por costumbre mezclar munición antigua o de armas en desuso entre la munición
que más se vende para así darle salida, ya que de otra manera no la venderían
Mira esto- dijo comparando la bala extraída con la munición normal del Gatling
XM-214 -¿Ves? son parecidas pero no son el mismo tipo de bala, esta es más
grande- concluyó levantando la bala de mayor tamaño. Acto seguido la lanzó lejos
como si de una piedra se tratase.
Una vez reparado el arma y la munición recogida Hueter
se la cedió a James Black.
-¡Esto es un arma de verdad!- agradeció James- Haré lo
propio y le prestare mi arma a Cristine para que no vaya desarmada
-¿Arma? querrás decir juguete- bromeó Hueter- Volvamos
con el resto.
Jacq sentado en una piedra hablaba con la muchacha,
esta llevaba puesta la máscara de necrófago.
-Cuídala bien- James puso en manos de Cristine su
vieja escopeta.
-¡Gracias!- la voz de la muchacha sonaba distorsionada
por culpa de la máscara.
-¿Tienes un cigarro Jacq?- James parecía tener mono de
tabaco.
-¡Y un puro también!- bromeo Jacq, todos rieron a
carcajadas a excepción de Cristine que sonreía tímidamente mostrando síntomas
de vergüenza-¡Fumemos antes de pasar a la acción!
Jacq repartió un cigarro a cada uno, cuando llegó el
turno de Cristine se lo negó con la mano.
-Cuéntanos niña ¿qué tipo de criaturas nos esperan ahí
abajo?- Hueter tenía curiosidad, desde que la guerra se diera por finalizada había
visto toda clase de abominaciones, sentía curiosidad por saber cual sería esa
vez, aunque tenía una ligera idea de a que se iban a enfrentar- ¿Moradores de
las Cloacas?
-¿Como lo sabes?- Cristine parecía sorprendida.
-¡Macho pareces una puta enciclopedia con patas!-
interrumpió Jacq-Toma enciéndete el cigarro- Jacq le lanzó el Zippo y Hueter lo
cogió al vuelo con una mano.
-También hay necrófagos- comentó Cristine.
-Los necrófagos son un mal menor, no sé si te habrás
dado cuenta pero yo soy uno de ellos- no se sabía cuál era la causa para que
humanos afectados por la "enfermedad" como lo llamaba Hueter,
acabaran en aquel estado de locura y depresión que sufrían los necrófagos
salvajes. Años y años de investigación en el Notocar sin llegar a descubrir la
causa raíz
-¡Esto sabe a gloria!- dijo James Black mientras
soltaba bocanadas de humo de tabaco.
-Pues disfrútalo porque ya no quedan más- protestó
Jacq mostrando la pitillera vacía
La noche cayó, en el suelo, los cigarros consumidos
por completo aun producían humo al consumirse la boquilla de esponja que hacía
de filtro. Era un olor bastante desagradable para Hueter. Dejo caer su bota
encima y los terminó de apagar.
-Caballeros, es la hora-masculló mientras movía el pie
en círculos destrozando por completo las colillas.
La entrada a las alcantarillas estaba a unos metros de
donde se encontraban, la tapa estaba medio abierta. Con un fuerte empujón de su
mano derecha Jacq la tiró al suelo levantando una polvareda de tierra seca en
el impacto, dejando abierta por completo la entrada.
-¡Las damas primero! ¡Mejor los necrófagos primero!-
bromeó refiriéndose a Hueter y Cristine.
El primero en acceder fue Hueter, seguido por
Cristine, Jacq y por ultimo James Black.
Estaba todo oscuro, por suerte el arma de Hueter disponía
de una pequeña linterna para iluminar el camino, aunque debía ir con cuidado
puesto que la luz era un buen reclamo para las amenazas que podrían encontrarse
en los túneles de las alcantarillas.
El primer necrófago no tardó en aparecer, la luz era de
muy poco alcance y cuando llego a iluminarse lo tenían delante de sus narices,
acercándose con paso ligero con claras intenciones de atacar. Hueter apretó el
gatillo de su rifle láser y la criatura desapareció en una explosión de polvo
color purpura. El polvo al caer al suelo formó una pequeña montaña.
-Con la linterna encendida somos un blanco fácil-dijo
Jacq de cuclillas mientras inspeccionaba la montaña de polvo.
-A oscuras será más fácil pasar desapercibidos, pero
también corremos más peligro de perdernos- a Hueter no le convencía ninguna de
las dos posibilidades-¿Tu qué opinas Cristine? ¿El camino es fácil?
-Yo siempre caminé hacia el norte.
-Pues caminemos hacia el sur. Jacq ponte delante
conmigo.
Jacq y Hueter iban delante por aquel oscuro túnel, repleto
de una sustancia resbaladiza, a unos pocos metros Cristine, James Black cerraba
el pelotón, caminaba mirando hacia atrás cubriendo la retaguardia.
-¡No se ve una puta mierda!- protesto James Black.
-¡Cállate cojones! Si te escuchan los atraerás- la razón
le vino a Jacq en forma de Moradores de las Cloacas. Un grupo se acercaba por
la posición de James.
-¡Mierda!- gritó exaltado. James cargó el Gatling
XM-214 y comenzó a disparar a discreción
-¡Aparta niña!- Hueter dio un pequeño empujón a
Cristine y se puso a la altura de su compañero. Las pequeñas explosiones que
producían las balas de veintidós milímetros del Gatling al ser disparadas,
iluminaban intermitentemente la zona.
-¡Estos cabrones no quieren morir!- gritaba James
Black mientras retrocedía poco a poco para evitar que los Moradores se
acercaran demasiado.
-¡Dispárales a la cabeza!- gritó Cristine.
<<Como si fuera tan fácil>> los Moradores
eran muy escurridizos, daban la sensación de estar en su hábitat natural aunque
se trataran de criaturas mutantes. Pocos eran los disparos que llegaban a su
objetivo, continuaron retrocediendo hasta que finalmente las criaturas
perecieron.
-¡Dios mío!- gritó Jacq por detrás, parecía asustado.
Al darse la vuelta
Hueter pudo comprender porque Jacq parecía asustado.
Retrocediendo habían entrado sin darse cuenta en una sala llena de
contenedores, el símbolo que tenían pintados en las paredes daba a entender que
se trataba de residuos químicos, aunque el verdadero peligro procedía de una
criatura enorme que se acercaba hacia ellos. Se arrastraba sobre sus brazos por
encima de los contenedores, parecía un necrófago pero su tamaño era cinco veces
mayor, su cabeza era desproporcionadamente grande y abultada. Carecía de
piernas pero sus movimientos eran rápidos, en su lugar tenia montones de
huevos, algunos estallaban dejando tras de sí pequeños ríos de un liquido
verdoso.
-¿Y eso Hueter? ¿Has visto alguna vez alguno de
estos?- gritaba Jacq al mismo tiempo que disparaba contra la criatura. La
estela luminosa procedente del cañón Gauss impactó certeramente entre los ojos
de la abominación. El ataque pareció enfurecer al ser que comenzó a lanzar
violentos golpes con la mano abierta, uno de ellos alcanzó a Hueter que voló
varios metros.
<< ¡Duele, duele mucho!>>
Se levantó aturdido por el trastazo, el ente estaba de
espaldas. Tenía a tiro aquellos bultos en forma de huevo que finalizaban el
cuerpo de la criatura como si alguien la hubiera cortado en dos.
-¡No me queda munición!- gritaba a lo lejos James
Black. La enorme y fuerte mano de la abominación alcanzó al negro y luego a la
muchacha que salieron despedidos como dos pelotas, quedando Jacq frente a
frente. Hueter se sentía mareado, con esfuerzo levantó el rifle de plasma y
disparó contra los huevos. El monstruo lanzó un rugido ensordecedor y se giró
hacia donde estaba Hueter. De la boca le salía un mar de espuma y saliva. Se
acercaba con intención de acabar con él, pero esta vez Hueter esquivó el envite
tirándose al suelo.
-¡Dispárale a los huevos Jacq! ¡Por dios! ¡Dispárale a
los huevos!- la abominación intentó aplastarle de un manotazo, pero Jacq tomó
buena nota de las ordenes de Hueter y disparó sin contemplación. El monstruo se
retorcía de dolor con el brazo levantado y la mano abierta con el propósito de
acabar con Hueter que gateaba para escapar de la amenaza. Finalmente el ser
dejó caer el brazo, el impacto contra el suelo hizo saltar una plancha metálica
y unos cuantos tornillos que la
sujetaban.
Si no tenían ya suficientes problemas con aquel
monstruo, los gritos de dolor de este
atrajeron a los necrófagos. En pocos momentos la sala se inundó, ninguno
atacaba a Hueter, solo el ente de medio cuerpo y cabeza gigante que seguía
lanzando ataques contra todo lo que tenia al alcance.
Había perdido de vista a Jacq, James y Cristine, solo
veía necrófagos volando por los ataques que el engendro lanzaba contra él.
-Jacq ¿me oyes?-pareció escucharle a lo lejos, aunque
con los gritos del ente no llegaba a entender nada con claridad-¡Poneos a
cubierto! ¡Voy a utilizar uno de los explosivos magnéticos!- utilizar un
explosivo de ese tipo en un sitio cerrado era como firmar su sentencia de
muerte, aunque era la única posibilidad si quería salir con vida de aquel
infierno. La plancha metálica estaba cerca y podría servirle como protección.
No lo pensó dos veces, activó el explosivo, lanzándolo con fortuna dentro de la
boca del monstruo, Hueter aprovechó la confusión del ser para coger la plancha
y ponerse a cubierto. El dispositivo hizo explosión dentro del estomago de la
abominación, esparciendo miles de pedazos de este por toda la sala. La cabeza
intacta quedó apoyada contra uno de los contenedores. La fortuna le sonrió una
vez más al colarse la bomba dentro del estomago de aquel ser, de lo contrario
posiblemente ahora estuvieran todos muertos. Hueter comprobó que aun quedaban
necrófagos con vida en la sala que caían abatidos por Jacq. El peligro había
pasado.
-¿Que cojones era eso? ¿Que cojones era eso?- los
necrófagos estaban todos abatidos, Jacq golpeaba con rabia una y otra vez la
cabeza sin vida del monstruo con el cañón Gauss-¿Que cojones era eso?
James Black se levantaba tocándose la ceja, tenía una
brecha que sangraba a borbotones, por el contrario Cristine seguía tendida en
el suelo sin moverse.
-¿La muchacha está bien?- Hueter se interesó por su
estado. Jacq dejó de golpear la enorme
cabeza y fue de inmediato donde Cristine.
-¡Respira!- dijo haciendo un movimiento de aprobación
con el pulgar de su mano derecha.
Hueter se incorporó, tenía el cuerpo magullado, los
músculos le dolían a cada movimiento.
-¡Habrá que cargar con ella!- Jacq cogió a la muchacha
como si fuera un saco de patatas y se la cargó sobre el hombro derecho-¡Vámonos
no vengan más!
Salieron de aquel sitio sin mirar la vista atrás.
-¿Alguien sabe donde está el sur ahora?- pregunto
James Black que parecía aun aturdido y confuso. Llegaron a una intersección de
túneles, estrechos, impregnados de sustancia resbaladiza, como la que
encontraron al entrar en las alcantarillas. El túnel que daba a su izquierda
estaba totalmente oscuro y el de la derecha parecía tener luz a lo lejos.
-Vayamos hacia la luz- ordeno Jacq.
-¿Seguro que puedes con ella tu solo?
-Tranquilo estoy acostumbrado a cargar con mi hermana-
viendo a Cristine inconsciente a lomos de Jacq comprendió porque los dos
hermanos hicieron lo que hicieron, afloró un sentimiento que él había perdido
durante el paso de los años, la empatía.
Caminaron en silencio por aquel oscuro túnel que a
cada paso recibía más luz procedente de lo que debía ser el final.
-¿Hola?- se escuchó a lo lejos-¡Se que estáis ahí! ¿Hola?-
alguien llamaba a lo lejos-¡No deis un paso más sin decir quién sois o
disparamos! ¡Estamos armados!
-¡Venimos en son de paz!-grito Hueter- ¿Sois los que
escaparon del Notocar?
El silencio volvió a imperar en el túnel No obtuvo
respuesta alguna.
-Son ellos, seguro- Jacq hablaba como si conociera
aquella zona, puede ser que la muchacha le contara algo mientras reparaban el
arma. Continuaron dirigiéndose hacia la parte iluminada, una vez llegaron se
toparon con un cruce de túneles, uno de ellos bloqueado por escombros. No había
ni rastro de la persona que les estaba gritando momentos antes, solo cuerpos
sin vida de necrófagos tirados en el suelo y en el centro bidones de residuos
radiactivos.
-¿Hay alguien aquí?- gritó Hueter esperando la
respuesta de aquel desconocido.
-¡Ni se os ocurra mover un pelo!- sin darse cuenta
quedaron rodeados por decenas de personas, iban armados con cualquier cosa,
palos metálicos, trozos de madera, escombros, un hombre en silla de ruedas les
apuntaba con un rifle viejo y oxidado, otro un hombre que parecía ser necrófago
hacia lo suyo con una pistola de plasma.
-Hemos venido a...
-...es Cristine-Jacq fue interrumpido por el hombre de
la silla de ruedas-¡Soltadla!
-Esta inconsciente, venimos para ayudaros a salir de
aquí- las palabras de James parecían no convencer a nadie, pero el hecho de que
conocieran a la muchacha confirmaba que se trataba de los fugitivos de la
prisión
Varios tiros retumbaron y el caos inundó la sala, un
tercer grupo se acercaba por el túnel contrario del que habían salido.
Disparaban contra la gente allí presente.
-¡Es la banda de los Trajes Grises! ¡Corred nos han
encontrado!- gritó un hombre adulto señalando en dirección al túnel por el cual
habían llegado. La cabeza de aquel pobre desgraciado quedó atravesada por un
balazo.
Hueter vio como Jacq armaba el cañón con una mano
mientras sujetaba a Cristine con el hombro.
<<No hay elección>> los supervivientes a
aquel tiroteo corrían en dirección al estrecho y oscuro túnel, a excepción del
hombre en silla de ruedas y el necrófago desconocido, que se ponían a cubierto
esperando su oportunidad para contraatacar.
Jacq disparaba sin acierto contra los atacantes que
permanecían ocultos tras un montón de escombros dentro del enorme túnel
-¡No me seas chulo! ¡Pongámonos a cubierto!- antes de
que pudieran salvaguardarse un misil brotó de entre los escombros en su
dirección. El tiempo se ralentizó, aunque antes de que todo a su alrededor
saltara por los aires, Hueter solo pudo ver como Jacq se precipitaba hacia el
suelo rodeando fuertemente a la muchacha con sus brazos para protegerla.