JACQ
Los primeros rayos de sol despertaron a Jacq, era una
mañana soleada, fresca, con un cielo despejado sin una sola nube que diera un
poco de sombra. El calor no tardaría en llegar y era mejor empezar a cazar bien
temprano para luego buscar algún sitio donde poder comerciar o al menos poder
refugiarse a la sombra en esas horas de mayor calor del día, y eso Jacq lo
sabia bien.
-¡Despierta Poli! ¡Venga levanta!- Poli era su
hermana, bueno al menos eso decían ellos. Aunque la verdad de hermanos no
tenían nada, ni siquiera eran primos lejanos, pero tanto tiempo juntos había
echo que se quisieran como tal.
-¡Desgraciado! ¿Cuando mejor estaba me despiertas?-
Poli era una mujer de unos cuarenta años. Poca gente sabía con exactitud que
día nacieron al carecer de papeles o en muchos casos de padres porque estos
habían muerto. Muchas veces la gente tampoco sabía en que día vivían. En los
tiempos que corrían daba igual que fuera domingo que miércoles.
Poli nunca sabia en que día vivía, solo cuando hacia
frío o calor. Era de estatura media, pelo corto, sucio y pelirrojo. Vestía con
unos vaqueros y una cazadora de cuero recubierta de trozos de metal a modo de
coraza. Se puso sus botas de militar y se incorporo.
-¿Que día es hoy?- pregunto Poli quitándose las
legañas pegadas a los ojos.
-¡El día de ir a cazar para comer! ¿Te vale con eso?-
respondió Jacq
-¿Y desayunar?
-Luego. Hay que aprovechar que los bichos aun estas
medio dormidos para gastar lo menos posible en caza. Ahí queda café que he echo
esta mañana por si quieres.
Con dos sorbos Poli se termino el café que sabia a
gloria. Pocos días tenían el lujo de levantarse y poder desayunar algo. El café
escaseaba, y la leche era radiactiva. Así que la costumbre de desayunar se
había perdido un poco y el café con leche era cosa de los libros de historia.
Recogieron todos los cacharros y las armas y volvieron
a emprender el camino montaña arriba.
-Según oí el otro día en la posada, al otro lado de la
montaña hay un valle infestado de escorpiones gigantes.- dijo Jacq señalando
hacia la montaña.
-El veneno de escorpión es una especia que se paga muy
bien. Pero tendremos que obtener un buen ángulo para que no nos vean sino
seremos hermanos muertos.
-Estoy contigo hermana. Subamos y busquemos un buen
hueco. - Los dos hermanos subieron por el monte, el cual carecía de una senda
por donde subir, aunque el ascenso no fue nada complicado. Una vez arriba
observaron que el valle del otro lado era un agujero inmenso producido por una
explosión de la guerra.
-¡Joder! Muy buen sitio para disparar pero... ¿Como
cojones bajamos luego a recoger el premio?- maldijo Jacq una vez lo vio.
-¿Como bajamos? Bajaras tú. Luego a ver como subes. -
respondió Poli con un tono burlesco hacia su hermano.
-¡A ver si te doy una hostia y bajas tú rodando!-
siempre estaban peleando entre ellos como dos hermanos pequeños.
-Bueno tu acierta, gasta las menos balas posibles,
mira- señalo con el dedo -Ahí hay un caminito para bajar y vámonos a desayunar
que tengo hambre.- su hermana aunque estaba delgada tenia muy buen apetito, y
raro era el día en el cual no tuviera hambre. Jacq desenfundo su rifle de
francotirador que llevaba colgando en la espalda. Ajustó la mira telescópica.
Ese rifle lo tenía desde que participó en una batalla contra un grupo de
mercenarios que tenia aterrorizada a la gente de la villa donde vivía de
adolescente. Hasta que un buen día se revelaron en armas y el con su rifle
francotirador tuvo un papel bastante protagonista.
-¡Hay cinco y son grandes!-dijo entusiasmado Jacq. Los
escorpiones gigantes eran mutaciones de los escorpiones producidas por la
radiación que dejaron las bombas atómicas que arrasaron el mundo en la guerra. A
lo largo del tiempo se habían visto muchos tipos de mutaciones pero solo las
especies mas fuertes e inteligentes habían sobrevivido. Podían llegar a medir
hasta tres metros de longitud y tenían un exoesqueleto muy fuerte y casi
imposible de atravesar con un arma que utilizara balas. Solo las de mayor
calibre en algunas ocasiones las atravesaban en el primer intento. Aunque su
aguijón era el punto débil y al mismo tiempo el fuerte. Una picada de este
mataba en el momento a su victima, en parte por el veneno y en parte por la
herida que producía el impacto de este. Un disparo en el aguijón producía la
muerte casi instantánea del escorpión precedida por un enloquecimiento del
animal el cual atacaba a todos los seres vivos y muertos que tuviera a su
alrededor, precedida por la muerte inmediata del escorpión gigante. Era
importante estar alejado en ese momento y Jacq lo sabia bien, por eso siempre
que podía disparaba a estos animales desde unos doscientos metros con su
francotirador.
-¡Son enormes!-
-Venga acaba ya que parece que estén dormidos.-
respondió Poli.
Jacq se tomo su tiempo en apuntar y ajustar la mira
para no fallar. El primer disparo fue certero en el aguijón de uno de ellos.
Desde lo lejos se observo como el aguijón explotaba con el impacto de la bala.
-¡Bien hecho hermano!- el escorpión gigante enloqueció
y empezó a atacar a los otros que tenia cercanos, acabo con uno de ellos el mas
pequeño del grupo pero murió por el impacto y el ataque de los otros
escorpiones.
-¡Quedan tres!- dijo Jacq. Los supervivientes se
quedaron expectantes por lo sucedido con las pinzas en alto con clara señal que
querer atacar al más mínimo movimiento. Jacq volvió a ajustar la mira y volvió
a disparar. Esta vez falló, en el último momento el escorpión movió el aguijón
y la bala solamente le rozó. Los animales se dieron cuenta de donde estaba su
amenaza, aunque estaban lejos tenían buen sentido de la orientación y un fallo
contra estos animales podía suponer la muerte.
-¡Mierda hermana se han dado cuenta!-gritó-¡Saca las
minas! ¡Intentare acertarles en movimiento pero ponlas en el camino de subida
date prisa!- Poli sacó de su mochila tres minas antipersona y salió corriendo
hacia un camino que había de bajada al valle delante de ellos. Puso las tres
minas una detrás de otra separadas por unos dos metros aproximadamente
bloqueando así el camino. Los escorpiones no sobrevivirían al impacto pero no
les quedaban mas minas, y no eran baratas con lo cual Jacq debía ser certero en
sus disparos aunque los escorpiones se acercaban a cierta velocidad.
-¡Vamos hermano no me jodas!- Jacq volvió a apuntar y
esta vez si acertó en el aguijón del escorpión mas grande del grupo. Volvió a
disparar tres veces más y acertó al segundo, el tercero ya no dio tiempo y
murió reventado por una de las minas antipersona.
-Seis balas y una mina. Espero que el botín haya
valido la pena porque me he cagado en los pantalones- dijo Jacq limpiándose el
sudor de la frente. Poli mientras desactivo las otras dos minas y las guardo de
nuevo en su mochila.
-Es muy peligrosa esta cacería hermano y mas con un
inútil como tu.-dijo en tono burlesco.
-Vamos, ahora toca destripar escorpiones, estate
atenta hermana por si hay algún otro escondido y nos toca salir corriendo.-
Ambos hermanos tenían colgando de su cintura un machete de unos treinta
centímetros colgando de su cintura. Lo llevaban hasta para dormir, así nadie
les cogería desarmados. Con el cuchillo empezaron a despedazar los cadáveres de
los escorpiones gigantes. Era una tarea dura y agotadora, el exoesqueleto era
muy duro incluso para un cuchillo de esas dimensiones tan afilado. Estuvieron
media mañana despedazando los cadáveres y cuando ya tuvieron la tarea terminada
siguieron descendiendo por la senda que llevaba al valle.
Poco a poco iban dejando el valle atrás. Callados
caminaban sin saber muy bien donde iban. Cuando menos se dieron cuenta ya habían
perdido el valle de vista.
-Hasta que no consigamos mejores armas ahí no
volvemos- dijo Jacq.
-La caza de sapos poco dinero nos va a dar hermano.
-Que graciosa tu. Ya veremos que podemos hacer. Pero
esta mierda es demasiado peligrosa.
-Primero vamos a ver que podemos conseguir con todo lo
cazado hoy.
-¡Me meo hermana!
-¡Cuanta guerra darás hermano! ¡Venga mea en la pared
de esa casa abandonada y sigamos! ¡No tires la punta! Ja...ja...ja...- Poli dio
media vuelta y se sentó detrás de un árbol seco que daba un poco de sombra. Ya
era mediodía y del frescor de la mañana habían pasado a temperaturas veraniegas
por aquel desértico paisaje. Jacq se puso cara a la pared. Una pared de bloques
de ladrillo como antaño. Se sacó el miembro y empezó a hacer dibujitos en la
pared con su orina. En ese momento noto como el cañón de una pistola se le
posaba en la parte trasera de la cabeza.
-¿Que cojones crees que haces meando mi pared? ¡No te
gires o te reviento los sesos!- Jacq no conocía esa voz, desde luego no era la
de su hermana. Estaban apuntándole con una pistola por la espalda y lo único
que tenia en las manos era su polla echando las ultimas gotas de meado.
-¿Te conoz...?-
-¡Cállate!-dijo el extraño sin dejar de apuntar.
-¡Si no bajas esa pistola hago un collage con tus
sesos de necrófago putrefacto! ¡Vamos!- esa era la voz de su hermana. Era una
situación bastante tensa. Y el que tenia todas las de perder era Jacq.
-¡Vamos a calmarnos!- intentó calmar la situación.
-Está bien, aunque haya vivido mucho no quiero morir
apuntando a un tío que esta meando.- dijo el extraño y bajó el arma. Poli hizo
lo mismo pero no dejo de mirarlo. Jacq se subió los pantalones de chándal que
llevaba y se giró para ver quien le había apuntado con su arma.
-¡Jesús! ¿Ves? Te dije hermana que hacerse muchas
pajas era malo. Mira como ha acabado este tío.
-¡Otra broma así y te tragas la pistola!-respondió el
extraño dolido por la burla de Jacq.
Era un poco mas alto que el, aunque no mucho. Delgado,
apestaba a alcohol, tenia el rostro desfigurado como si se hubiera peleado con
un león y le hubiera arrancado la piel. Al carecer de labios siempre llevaba
puesta una sonrisa en su cara bastante macabra, aunque en aquella situación no
parecía estar riendo, más bien serio. De su cabeza sin piel le colgaba un
mechón largo de pelo rubio. Vestía con ropa de antes de la guerra, camisa de
botones color rojo de manga corta, pantalones vaqueros decolorados por el paso
del tiempo y zapatillas deportivas. La parte de los brazos que dejaba ver la
camisa había corrido la misma suerte que su rostro.
-Un necrotizado- dijo Poli -¿De antes o después de la
guerra?-
-De antes- respondió el necrotizado con un suspiro.
-¡Yo pensaba que eso no existía!- se sorprendió Jacq.-
¿Quien eres? ¿Que haces aquí?-
-Hueter. Me llamo Hueter y la pared que estabas meando
pertenece a mi bar.
-Y dime Hueter, ¿Recibes así a todos tus clientes?
-Ser desconfiado con la gente la cual no conozco me ha
ayudado mucho a sobrevivir aquí.
-Pues poca clientela nueva atraerás así a tu garito
colega...- intervino Poli.
-¿Tienes algo que valga la pena para llenar la panza?-
a Jacq le sonaban las tripas, desde que despertaron solo habían tomado un café.
-Tengo estofado de rata al ajillo... es el menú de
hoy.
-Como tenga la misma pinta que tu yo eso no lo pruebo.
-¡Que gracioso tu!-rechisto Hueter-Pasar a mi bar,
veras como no has probado nada igual en tu corta vida.
Hueter les invitó a entrar al bar. <<Menudo
antro>> fue lo primero que pensó Jacq al abrir la puerta. Estaba oscuro,
la poca luz que había era de los rayos de sol que se colaban por las rendijas y
los agujeros de las paredes, y unas pocas bombillas de colores colgadas del
techo. Sonaba una canción "Cambalache" perteneciente a los años de la
guerra civil Española. A la izquierda había cuatro mesas con sofás en forma de
media luna que casi rodeaban por completo las mesas. Estaban llenas de gente
jugando a las cartas y bebiendo lo que parecía ser Whisky. A la derecha estaba
la típica barra de bar, de color plateado un poco polvorienta. Había tres
taburetes vacíos tapizados de color rojo bastante bien conservados. Jacq y su
hermana tomaron asiento.
-¿Queréis menú o no?- grito Hueter detrás de la
barra.- ¡La cazamos anoche!-
-¡Y una mierda! ¡La cacé yo!- intervino uno de los
hombres que había sentado en una de las mesas jugando a las cartas.
-Nueve balas te costó, yo no estaría tan contento por
esa cacería...je...je...je.- era la primera vez que veía sonreír a aquel
extraño hombre necrotizado y su risa era mas macabra aun que cuando estaba
serio.-Si os coméis un plato cada uno os invito a un Whisky.
-¡Yo no bebo!- dijo Poli.
-Tranquila hermana yo me bebo el tuyo y el mío. Venga
a ver como esta eso, mejor que no comer nada será.
Hueter desapareció un momento por una puerta que había
al interior de la barra, y al momento volvió a salir con dos platos de
estofado.
-¡Que aproveche!-
-¿No lo habrás hecho tu con esas manos no?-pregunto
Jacq en tono burlesco.
-¡Lo he hecho con la poya que no tengo! ¡No te jode!-
al hombre necrotizado parecía que ya no le molestaban las burlas de
Jacq.-Cuando acabéis me decís si están buenas o no.
El plato era de metal, de los que utilizaban los
soldados para comer en las misiones. Era de las pocas cosas limpias que había
en aquel bar. Jacq cogió una cuchara vieja y removió el estofado. Sabía que era
rata porque lo había dicho Hueter, pero no lo parecía. Estaba acompañada por
una salsa color crema espesa y aun estaba caliente como demostraba el vapor que
emanaba del plato.
-¡Venga come que esta rico!- dijo Poli. Jacq observo
que el plato de su hermana ya estaba vacío.
-¿Que hambre tenías no hermana?-
-Si te parece... me tienes a pan duro y agua.
Probó la primera cucharada. Tenía buen sabor, las
siguientes ya no se hicieron esperar. Había comido ratas muchas veces pero
aquella era la que mejor sabor tenía.
-¡Abuelo esto esta de muerte!- Hueter sonrió, estaba
limpiando dos vasos con un trapo sucio.
-A esta invito yo- y sirvió dos Whiskys en los
vasos-¡Son cincuenta!
-¿Aceptas mercancía?- ni Jacq ni su hermana llevaban
monedas para hacer el pago, pero la cacería de la mañana era suficiente como
para pagar 20 platos como esos.
-¡Enseñarme lo que tenéis!- Poli cogió las dos
mochilas y las puso encima de la barra. Dentro había cinco glándulas venenosas
y unos cuantos casquillos vacíos procedentes de la escopeta francotiradora de
Jacq.
-Los casquillos no me valen, esas glándulas valen su
peso en oro.
-¿Tienes munición? ¿Armas? ¿Corazas? ¿Comida?-
pregunto Jacq.
-Lo siento vaquero, pero solo dispongo de comida y
alcohol. Si quieres negociar por armas o munición, a un kilómetro al norte esta
la antigua autovía, que es lugar de paso para mercaderes ambulantes. Pero hasta
el sábado no volverán de su ruta.- hizo un alto para beber un trago y siguió-
Hay un mercado en el centro del pueblo, aunque la mercaría armamentística que
disponen deja mucho que desear. Pero igual puede valerte algo.
-¿Hoy que día es hermano?-
-Ni idea Poli-
-Es jueves vaquero-
-¡No soy vaquero soy Jacq!-
-Lo que tu digas pipiolo, te recomiendo que esperes al
sábado la mercancía es mucho mejor aunque también mucho mas cara. Si queréis un
sitio donde dormir os recomiendo la pensión Rose, que esta en el centro del
pueblo.
-¿Que todo esta en el centro del pueblo?- pregunto
Jacq confuso.
-¡No hombre!- sonrió Hueter - Lo que pasa es que el
pueblo es tan pequeño que todo es el centro...je...je...je...
La risa de aquel hombre le revolvía las tripas. Cada
vez que dejaba escapar una carcajada salía un hedor a alcohol y podrido
mezclado.
-¿Puedes darnos comida a cambio de alguna glándula?-
preguntó señalando a la puerta de la cocina.
-No comercio con la comida de mi bar, no tengo tanta,
solo en el momento y con monedas. Si queréis Whisky, os puedo dar botellas
hasta alcanzar el valor de la glándula mas pequeña.
-Entonces habrá que ir al centro del pueblo, buscar
monedas para pagarle a este hombre y esperar hasta el sábado. Vamos hermana.-
-¡Ehhh!- dijo Hueter con tono serio -De aquí no se va
nadie sin pagar. Que uno de los dos vaya al pueblo y cambie una de esas
glándulas por monedas, el otro se queda aquí como fianza hasta que paguéis. De
lo contrario seréis el plato del día de mañana. Mis parroquianos están lo
suficientemente borrachos y armados como para llenaros el cuerpo de plomo.
-¡Calma calavera andante!- la tensión en el ambiente iba
en crescendo -Hermana ve tu yo esperare aquí. Estaré bien.
Poli asintió con la cabeza recogió la mochila y salio
en silencio del bar.
-Te propongo un juego- dijo Jacq con voz pausada al
hombre necrotizado -He notado que el aliento te huele a podredumbre
alcoholizada, apuesto mi deuda doble o nada a que no bebes más que yo.
Al oír esas palabras el bar se convirtió en una sonora
carcajada.
-Muy bien vaquero, si pierdes a parte del doble de tu
deuda también tendrás que pagar las botellas que bebamos - replicó Hueter con
tono confiado -¡Vosotros!- se dirigió al grupo que había en la mesa situada en
la entrada del bar -¿Queréis ganaros unas monedas? Pues hoy seréis los bármanes
y que no falte el Whisky en esta mesa. ¡Venga levantando el culo!-
Había dos hombres mayores sentados en la mesa que se
levantaron para dejarla libre. Uno de ellos tropezó al salir tirando su vaso al
suelo.
-¡Ale tu primer encargo limpia eso! ¡Y trae una
botella y dos vasos limpios!- parecía un sargento dando ordenes. Jacq se quedo
impresionado de ver como los dos hombres cumplían las órdenes de Hueter como si
de perros adiestrados se tratase.
Limpiaron el Whisky derramado en el suelo y trajeron
una botella entera y dos vasos limpios.
-Esperemos que no tarde mucho tu hermana, no quisiera sacarte
de aquí borracho y con un tiro en la cabeza- su tono era amenazador.
-¡Menos hablar y mas tragar!- Jacq cogió el vaso lleno
y lo bebió de un solo trago-¡Esto es agua!-
-¡Mas quisieras!- y su rival respondió de la misma
manera.
La tarde pasó rápido, ninguno de los dos se daba por
vencido. Jacq no vio en ningún momento si su hermana había vuelto con las
monedas, aunque tampoco le importaba. Estaba bebiendo gratis. <<Veremos
como acaba esto...>> pensaba entre copa y copa. Las amenazas de su rival
se convirtieron en carcajadas y relatos de batallas pasadas.
El local se quedo vacío. Solo estaban ellos dos con su
particular lucha.
-¡Mierda! Los camareros se han ido y esta botella esta
a punto de acabarse. Voy a por otra porque no te veo capaz de levantarte del
sitio.- maldijo Hueter. El aliento a alcohol y podrido del hombre necrotizado
ahora solo era aliento a podrido ya que todo el bar olía a alcohol, o al menos
esa era la impresión de Jacq. Hueter se levantó con dificultad del asiento.
Había como diez botellas en el suelo todas ordenadas como si de trofeos se
tratase. Observaba desde la oscuridad del sitio, como el tabernero necrotizado
se agachaba debajo de la barra y desaparecía de su vista para coger otra
botella. Escuchó un fuerte golpe, sonó como un coco hueco al golpear contra una
superficie metálica.
-¿Calavera?- no obtenía respuesta -¿Hueter?- era como
si se hubiera quedado solo en el bar, pero imaginaba que el otro estaría tirado
en el suelo con un buen Chichón.- ¡Gane!
Termino la botella que tenia en la mesa y pensó en
marcharse a la pensión donde seguramente estaría su hermana. Pero iba demasiado
bebido y la noche era muy oscura, en esas condiciones no llegaría a ningún
sitio así que cerró los ojos y se quedó dormido en el sofá de media luna donde
había pasado toda la tarde bebiendo con aquel tabernero loco.