GRAN JOHN
Una fuerte sensación a asfixia hizo despertarse de un
sobresalto, postrado en una camilla alta y acolchada, inmovilizado por unos
aros magnéticos que le retenían a su voluntad. << ¿Dónde estoy? ¿Cuánto
tiempo llevo dormido?>>
El robot que le acompañaba había desaparecido, no
notaba los collarines que días antes Pececito, le había puesto en los pies para
evitar su huida. Una fuerte y blanca luz iluminaba aquella sala, un cubículo de
cristal trasparente, más allá de los cristales estaba todo oscuro, en la más
absoluta soledad.
<< ¿Como he llegado hasta aquí?>>
Recordaba sus últimos movimientos, caminando por aquel
desértico lugar, con el veneno de un escorpión gigante corriendo por sus venas
y su regreso a la gasolinera abandonada.
-¿Hola?-gritó-¿Hay alguien ahí?-no obtuvo respuesta
alguna.
Alguien le estaba observando desde el exterior del
cristal, notaba su presencia. Momentos después un sonido similar al producido
por la apertura de una lata de refresco hizo entender que alguien estaba
accediendo al interior de la sala.
Observaba a Gran John en silencio, se trataba de una
mujer, aunque carecía de pelo, tanto en la cabeza como en pestañas y cejas.
Parecía ir vestida con un traje blanco, aunque el color podría ser fácilmente
confundible con la influencia de aquella cegadora luz que incidía en sus ojos
de izquierda a derecha.
-Ha faltado poco grandullón- su voz era aguda y dulce
a la vez.
-¿Donde cojones estoy? ¿Que es este sitio?- preguntó
Gran John, desconcertado, aquella mujer no parecía humana y tampoco recordaba
haber visto un sitio así, ni siquiera en revistas desechas del antiguo mundo.
-¿Que es cojones?
-¿Me estas vacilando?- si no sabía que eran los
cojones no debía ser de este planeta.
-¿Que es vacilando? no estamos familiarizados con el
lenguaje vulgar del mundo exterior.
<< ¿De dónde demonios has salido?>> Las
palabras de aquella extraña mujer daban a entender que había más gente en aquel
lugar.
-¿Puedes liberarme de estos campos de fuerza?- quería
salir de allí, los aros magnéticos apenas le dejaban mover las manos y el
cuello, pero lo que más le molestaba era no poder rascarse.
-Cuando sea el momento te liberaremos-la mujer
desapareció de su vista, notó unas manos frías como el hielo en su torso, Gran
John contuvo la respiración-Nunca había visto un hombre con pelos en ninguna
parte del cuerpo. Tú por el contrario tienes casi todo el cuerpo cubierto.
-¿Quién eres?- preguntó esta vez sin lenguaje soez con
la esperanza de saber más de aquel lugar.
-¡Soy Monique!- respondió la mujer con tono alegre.
-Y dime Monique ¿qué sitio es este?
-Te encuentras en el refugio Ghenova- las manos le
apretaron fuertemente la tripa-Al comienzo de la Gran Guerra unos pocos
elegidos fueron puestos a salvo debajo de estas paredes de acero. Matemáticos,
médicos, científicos, ingenieros... la puerta fue cerrada y nadie ha vuelto a entrar
o salir.
-¿Y qué hago yo aquí?- había oído historias de
refugios cerrados a cal y canto desde la guerra, pero pensaba que eran todo
patrañas de viejos.
-Desde entonces la única vida aquí es el estudio de la
civilización más allá de estas paredes. Tu viniste por casualidad- por su tono
de voz Monique parecía triste-El Zondabot es el único con autorización para
entrar o salir del búnker. Te trajo inconsciente fruto del veneno de escorpión
Si no fuera por el ahora mismo serias comida para los depredadores.
-¿Quieres decir que el robot que me acompañaba me
trajo aquí?
-Perdimos su señal hace unos meses, alguien desactivó
su frecuencia y dejamos de controlarlo, pero anoche alguien activo su radio,
suponemos que fuiste tú, eso nos ayudó a controlarlo de nuevo. Para nuestra
sorpresa venia con un paquete inesperado.
-¿Y ahora qué?-Gran John agradecía que aquella gente
le hubiera salvado la vida, pero no tenía intención de quedarse en aquel sitio
hasta el fin de sus días
-Te obligarán a quedarte o cuando acaben de estudiarte
te matarán, quien sabe. Una influencia del exterior sin duda alteraría el
status quo de esta comunidad, y eso no creo que sea del agrado de los de
arriba.
-Me niego en rotundo a quedarme aquí y servir de
cobaya ¡Tienes que ayudarme a salir de aquí!- protesto Gran John al oír
aquellas palabras.
-Ojalá pudiera. No creas que eres el único que quiere
salir de aquí La vida en el refugio es muy tranquila y cómoda, pero es una vida
vacía, sin amor, sin sentimientos-notaba la mejilla de aquella mujer apoyada
sobre el pecho, suave como el culito de un recién nacido, las tibias lagrimas
resbalaban poco a poco hasta acabar mojándole-No te imaginas lo que es no tener
amor durante toda tu existencia.
Aunque Gran John había estado con muchas mujeres a lo
largo de su vida, la mayoría prostitutas, pero nunca había encontrado el
verdadero amor. Comprendía en gran parte lo que Monique quería decirle, no
estaba seguro de que ella se refiriera a lo mismo.
-¡Libérame de esta camilla a la que me tienes preso y
te ayudare a salir de aquí si eso es lo que quieres!- tenía la esperanza de
convencerla, estaba harto de hablarle al techo.
-¿Hablarías con el gran jefe para que nos dejara
marchar?- era muy ilusa si pensaba que Gran John podría convencer a quien fuera
con sus palabras, el tenia otros métodos más drásticos. Decidió mantenerlo en
secreto y mentirle para conseguir su propósito
-Ehh... sí, yo puedo hablar con él-una mentira piadosa
que luego la mujer agradecería cuando viera el mundo por primera vez con sus
ojos.
-Está bien, te soltaré-parecía desconfiada-Pero si me
haces daño activaré la alarma y serás hombre muerto.
Inmediatamente los campos de fuerza dejaron de actuar
y Gran John pudo incorporarse sobre la camilla. Estaba totalmente desnudo, se
miró los brazos, las piernas, el torso... aun tenía el cerco de lágrimas de
Monique sobre su pecho, pero lo que más le sorprendía es que ya no tenía
ninguna herida, ninguna cicatriz... la piel parecía más tersa y elástica que
cuando era un niño.
-¿Que me habéis hecho?-preguntó asombrado por el
cambio en su físico
-Una reconstrucción total. Tenías muchas cicatrices
producidas por heridas de bala, incluso restos de plomo en algunas zonas de tu
piel. También reconstruimos gran parte de tus órganos internos, como el hígado
y los pulmones. Fumabas y bebías en exceso y eso estaba pasando una gran
factura a tu salud, aunque tú no te dieras cuenta-la chica era hermosa incluso
cuando hablaba. Tenía la piel tan blanca y pálida como el traje que llevaba,
ceñido a su cuerpo como si de una segunda piel se tratase dibujaba una silueta
llena de curvas que a Gran John le resultaban de lo más excitantes.
-¡Eres la criatura más hermosa que he visto jamás!
-¡Tu pene parece opinar lo mismo o le ha dado un
ataque de rigor mortis!-respondió Monique dejando escapar una tímida sonrisa.
En efecto la tenia dura como un bate de béisbol, la vergüenza le subió como un
fuego ardiendo pero para su mala suerte no tenía nada cerca con que taparse,
solo sus manos.
-Yo no me había dado cuenta que...-quiso excusarse
avergonzado de la situación
-Soy un humano igual que tu. Del sexo femenino, hemos
evolucionado de forma distinta. Nosotros hemos sido modificados genéticamente,
creados desde hace generaciones de forma artificial.
-¿Artificial?- cada vez alucinaba más con las
historias de aquella mujer.
-No hacemos el amor para procrear como hacéis
vosotros, tenemos muestras de ADN almacenadas las cuales son combinadas entre sí
para crear nuevos especímenes que sirvan al propósito del búnker. Todos los que
vivimos aquí fuimos engendrados con el mismo método- a Gran John le parecía
fascinante como había evolucionado la ciencia en aquel lugar, del mismo modo le
parecía una técnica horrible con un propósito peor.
-¿Nunca habéis tenido curiosidad?- el hecho de
utilizar aquel horroroso método para tener hijos no era motivo para no sentir
deseo sexual, al menos Gran John no quería creer en una vida sin
sexo.<<¡Esto debe ser el infierno si estoy en lo cierto!>>
-No se nos está permitido tener relaciones
sexuales-los miedos eran una realidad-Estamos en constante vigilancia, de hecho
hay investigaciones para manipular genéricamente y eliminar el deseo sexual de
los nuevos miembros.
Aquello fue la gota que colmó la paciencia de Gran
John. La locura se había apoderado de aquel sitio si era verdadero lo que
Monique le estaba contando.
-¡Tenemos que salir de aquí ya!-dijo poniéndose
bajando de la camilla de un salto-¿Y mis cosas?
-No lo sé, te las quitaron todas al acceder, supongo
que estarán guardadas a buen recaudo. Espera aquí, te traeré algo para que te
puedas vestir- Monique salió por una puerta imposible de diferenciar a simple
vista, ahora Gran John ya sabía la procedencia de aquel característico sonido.
Durante la ausencia de la mujer se sintió como un mono de feria, atrapado en
aquel cubículo de cristal, desnudo, seguro que alguien le estaba mirando pero él
no podía ver nada fuera de los cristales.
La puerta se abrió de nuevo, Monique entró con un
traje apoyado en los brazos similar al que llevaba puesto.
-Es el más grande que tenemos, los habitantes de este
refugio no son tan grandes como tú, espero que te sirva- dijo ofreciéndole el
traje del refugio.
<< ¿Y eso no lo modificáis
genéricamente?>>
El traje le estaba pequeño como era de esperar, tuvo
que contener la respiración para poder entrar en él, Monique le ayudo a
ajustárselo y cuando ya parecía todo en su sitio se desgarró por la zona de la
tripa, dejando está parcialmente visible.
-Podría haber sido peor- bromeó- al menos puedo
moverme.
Por fin pudo salir de aquella prisión de cristal,
seguía a Monique por unos pasillos que le recordaban a otros búnkeres
abandonados que había visitado en busca de munición o armas para el ejército.
Estos pasillos mostraban un aspecto mucho mejor aunque eran idénticos en
aspecto a los otros. No tardaron en toparse con habitantes de Ghenova, todos
calvos, sin cejas y con la piel blanca y pálida Gran John se sentía como un
gigante al lado de ellos.
-¡La amenaza exterior anda suelta!- todos se quedaban
mirándole a su paso, Monique trataba de tranquilizarlos, parecían asustados.
-¿Sabes dónde se encuentra la salida?-susurro a
Monique.
-Todos lo sabemos. Pero nadie dispone de los códigos
para abrir la puerta- respondió sin dejar de mirar al frente.
-Si tan listos sois podréis hackear un puto código
-La puerta está custodiada por los más tontos de la
tierra, darían su vida para evitar que nadie toque el ordenador.
-¡Puedo acabar con ellos!
-No digas tonterías- bufo Monique-Son los únicos que
van armados aquí en Ghenova.
No iba a ser tarea fácil salir por la fuerza de aquel
lugar, si pudiera recuperar sus cosas o conseguir un arma el camino sería mucho
más fácil
-¿Y si no puedo convencer a tus jefes?
-¡Tienes que hacerlo, por los dos!- inconscientemente
Monique gritó. A parecer levanto las sospechas entre los habitantes que se
encontraban en aquella zona.
-¿Hacer el que?- preguntó uno de ellos, a Gran John le
parecían todos iguales, pequeños, pálidos y calvos.
-Nada, estaba pensando en voz alta- respondió Monique
con toda tranquilidad, cogió a Gran John de la mano y ambos entraron en una
habitación vacía mientras la normalidad volvía a los pasillos del búnker.
-¡Tienes que hablar con el gran jefe! ¡Me lo
prometiste!-gritó, esta vez sí parecía alterada y los ojos los tenia empapados
en lagrimas.
-Te voy a sacar de este agujero, pero tienes que
confiar en mí. No voy a dialogar con tu jefe, porque no conseguiríamos nada- al
escuchar las palabras de Gran John, Monique se derrumbó en el suelo en un mar
de lágrimas.
-¡Me lo prometiste!-balbuceaba una y otra vez. Gran
John se sentía incomodo, no soportaba verla llorar.
-¡Deja de llorar! ¡Juntos saldremos de aquí, ya lo
veras!-le dio un beso en la frente, Monique se quedo mirándole perpleja.
-¿Sabes? es la primera vez que alguien me da un beso-
no podía creer que hasta ese acto lo tuvieran prohibido, pero su respuesta no
tardó en llegar.
-¡Alto en nombre de la autoridad de Ghenova!- un
hombre de estatura similar al resto pero vestido con un traje policial de antes
de la guerra armado con una porra eléctrica, entró en la habitación dando
voces-¡Habéis violado el código dos uno tres...!-el puño de Gran John
interrumpió la orden de arresto. Fue un golpe seco y contundente, al retirar el
puño los dientes del hombre cayeron al suelo como esquirlas de cristal, acto
seguido el hombre siguió el mismo camino, inconsciente después del impacto. El
pánico se apodero de todo el búnker en cuestión de segundos, las alarmas
empezaron a sonar y los gritos retumbaban en las paredes de los pasillos.
-Ya no hay vuelta atrás, confía en mí- Gran John
ofreció su mano a Monique para ayudarla a levantarse. Ambos salieron corriendo
de aquella habitación, no sin antes llevarse la porra eléctrica del hombre
vestido de policía-¿Estas son las armas que tenéis?- dijo mirando la porra con
desprecio.
-Aquí dentro no nos hacen falta las armas- era la
primera buena noticia desde que estaba allí dentro.
La gente huía de ellos, excepto el personal de
seguridad, estos ofrecían poca resistencia a los puños de Gran John, algunos
conseguían alcanzarle con las porras eléctricas, pero acostumbrado a recibir
balazos durante toda su vida, las pequeñas descargas eléctricas le causaban más
bien cosquillas.
-¿Donde cojones vamos?-le parecía estar dando vueltas
por el mismo pasillo una y otra vez.
-No sé que es cojones, pero vamos a la salida.
¡Sígueme!- le hacía gracia que Monique no supiera el significado de aquella
palabra. << ¡Cuanto te queda por aprender niña!>>
Su triunfante huida se vio interrumpida por el
inconfundible sonido de su cañón Gauss, alguien les había disparado por sus
espaldas sin llegar a alcanzarles.
-¡Alto!- Gran John se dio la vuelta lentamente con las
manos en alto, por otra parte Monique seguía de espaldas encogida de hombros,
con lágrimas en los ojos. Había tres hombres, uno de ellos armado con el cañón
Gauss que Gran John llevaba antes de perder el conocimiento en la gasolinera,
los otros dos estaban armados con porras eléctricas
<< ¡No puedo fallar ahora!>> con un ágil
movimiento de muñeca lanzó la porra eléctrica contra el hombre que le apuntaba
con el cañón Gauss, la porra dio de lleno en la frente de este. La descarga
eléctrica hizo que el hombre cayera al suelo inconsciente, soltando espumarajos
por la boca. Los otros dos intentaron recuperar el arma, pero Gran John fue más
rápido que ellos y sus cabezas quedaron aplastadas la una contra la otra.
Había recuperado su fiel arma, ahora nadie les podría
parar, aunque no disponía de casi munición.
-Vamos Monique- la mujer al parecer no había visto
nada puesto que seguía llorando encogida de hombros, una vez le vio cargado con
el arma la cara le cambió por completo.
-¿Como lo has hecho?-preguntó al mismo tiempo que
dibujaba una tierna sonrisa en su rostro.
-Manos mágicas nena-bromeó moviendo sus rechonchos
dedos grácilmente.
-¡Sígueme la salida esta al subir esas escaleras!-
Monique señalaba unas escaleras metálicas al final del pasillo, estaba todo
despejado, solo sonaban las alarmas, ni rastro de supervivientes.
La cima de las escaleras daba a una sala con paredes
rocosas y suelo de acero similar al de todo el búnker. La puerta de acceso
estaba enfrente de él con forma de engranaje perfectamente encajada en la
pared, en la mitad un pequeño ordenador incrustado. La sala estaba vacía, las
alarmas se oían a lo lejos, se respiraba tranquilidad.
-¿Podrás hacerlo?- preguntó a Monique señalando el
ordenador.
-Vigila que no entre nadie- la mujer comenzó a pulsar
las teclas del ordenador, era la primera vez que Gran John veía un ordenador en
funcionamiento. Los momentos posteriores fueron eternos, solo se escuchaba el
sonido de las teclas. De repente la puerta comenzó a moverse lentamente.

Cuando la apertura era lo suficientemente ancha para
pasar corrieron a las afueras sin mirar atrás.
La luna redonda inmensa se posaba sobre el cielo
estrellado de la noche a las afueras de Ghenova, Monique miraba boquiabierta
todo lo que le rodeaba ante la risa alegre de Gran John.
-¡Bienvenida a mi mundo Monique!
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