ZONDABOT
La nave despegó a toda velocidad levantando una gran
polvareda tras de sí con los dos supervivientes a bordo. Zondabot estaba
configurado para eliminar cualquier amenaza o intento de acceso al búnker. Así
lo hizo con un tiro certero en la cabeza de aquel hombre que se desplomó sin
oponer resistencia.
Otro cuerpo yacía en el suelo, aparentemente muerto también.
Un primer escáner superficial determinó que el sujeto era hembra y estaba
inconsciente, en ese estado no se consideraba una amenaza, pero los sensores de
alerta continuaron activados por si despertaba aniquilarla inmediatamente. El
cerebro del sujeto estaba en perfectas condiciones, el cuerpo inservible, el
corazón tenía un fallo irreparable, era necesaria una substitución del órgano
pero según los datos registrados no había unidades disponibles en el almacén.
El diagnostico inicial descartaba amenazas por parte
del objetivo, moriría en cuestión de horas antes de que despertara. Zondabot
acercó su posición a la del cuerpo para realizar un exhaustivo escáner
cerebral.
El rayo recorría de arriba a abajo y de izquierda a
derecha la cabeza del sujeto, el flujo de datos era constante. El análisis
finalizó en pocos minutos, los datos revelaban que el cerebro del objetivo era
apto para el proyecto Verne. No presentaba signos de discapacidad, adicciones,
esquizofrenias o enfermedades similares registradas en la base de datos de la
unidad central. Un cerebro sano en un cuerpo inservible era el lema de la
empresa creadora del proyecto Verne y aquel sujeto casaba perfectamente con los
parámetros establecidos.
Zondabot abrió la trampilla inferior de su coraza, de
ella emergió un brazo extensible con una pinza de tres puntas que emulaba una
mano metálica. Aprisionó la pierna del sujeto arrastrándolo hacia el interior
del búnker.
Sellado a cal y canto desde el momento en que fue
creado el proyecto, el búnker solo tenía permitido tanto el acceso como la
salida a Zondabot, siempre en busca de humanos aptos para hacerse cargo con el
control del proyecto. El último un varón adulto con una grave picadura de
escorpión. El escáner posterior determinó que no sufriría daño alguno con lo
que el sujeto sobrevivió despertando dentro del búnker. El protocolo de
emergencia se activó creando un mundo de realidad virtual para el sujeto, ayudándole
a salir del búnker induciéndole una perspectiva con psicofármacos y hologramas
totalmente diferida de la realidad. Esta experiencia acarrearía graves daños
mentales en el varón, hasta tal punto en que no distinguiría entre realidad y
ficción, pero la integridad del proyecto estaba por encima de cualquier
persona, animal o robot.
La gran puerta metálica que mantenía el búnker aislado
del mundo exterior se abrió al verificar la autorización de Zondabot. Una vez
dentro se desplazó hasta el sector G2, el protocolo de seguridad estaba
activado y la puerta de acceso a la sala bloqueada. Extendió el adaptador
universal conectándolo a la unidad de control que bloqueaba la puerta. Una vez
sincronizados Zondabot transmitió los códigos almacenados en su base de datos
para desbloquear el acceso. Momentos más tarde la luz que indicaba el bloqueo
de la puerta cambió de posición quedando el indicador de color verde.
La puerta se abrió, Zondabot accedió dejando el cuerpo
del sujeto en el centro de la sala. Dos bots especializados en medicina
recogieron el cuerpo, lo posaron en una camilla metálica situada a pocos metros
y la operación se inició.
Uno de los bots sujetaba firmemente el cuerpo a la
camilla mientras el otro comenzaba a cortar por la zona superior de la frente
con un disco preparado para este tipo de intervenciones. Conforme el disco se
deslizaba por la sien del sujeto, la sangre emanaba del mismo cayendo
suavemente al suelo. El charco que las gotas de sangre habían formado aumentaba
su tamaño por momentos.
Al finalizar el corte un trozo de cráneo cayó al suelo
dejando el cerebro visible. El bot causante del corte guardó el disco en el
compartimento y de él emergieron varias jeringuillas conectadas a finos y
articulados brazos metálicos. Las jeringas se clavaron en el cerebro
descargando todo su contenido en el. Esté tomo un color morado reduciendo
considerablemente su tamaño.
La extracción del órgano fue sencilla. Cuidadosamente
el bot lo depositó en un habitáculo perfectamente diseñado para su propósito
situado en una de las paredes, rodeado de un gigantesco ordenador incrustado en
la misma.
El cerebro quedó suspendido dentro del habitáculo,
centenares de conectores nerviosos emergieron del interior posándose sobre la
superficie del órgano, conectándolo a la unidad central del ordenador. El
compartimento comenzó a llenarse de un líquido gelatinoso, una vez finalizado
el proceso, el cerebro absorbió parte del líquido recuperando su tamaño original.
Una pequeña apertura situada en la parte inferior del ordenador se abrió, el
habitáculo fue introducido mecánicamente en su interior. Una vez dentro
inmediatamente la apertura quedó sellada.
-¿Hola? ¿Hay alguien ahí?- Poli despertó de su
letargo, no notaba el constante dolor de pecho que tanto la había martirizado
durante los últimos años de su vida. Estaba desorientada, aquel lugar era nuevo
para ella. En aquella sala solo observaba ordenadores y dos robots parecidos al
Doctor Robot de la Hermandad del Rayo enfrente de ella. Los bots retiraban de
una camilla el cuerpo sin vida de una mujer. Tenía la cabeza abierta, allí
donde debía estar el cerebro solo quedaba el hueco del cráneo. El rostro
cubierto de sangre impedía reconocer la cara del cadáver. Poli intentaba hablar
pero nadie respondía, intentaba moverse pero sus esfuerzos no daban resultado, seguía
inmóvil.
<< ¿Que me ha pasado?-se decía a sí mismo-¿Estaré
muerta?>>
La imagen de la sala se desvaneció, en su lugar el
busto de un hombre adulto se dibujaba ante sus ojos con tonalidades verdosas. Tenía
un perfecto peinado, pelo corto con la ralla a la izquierda, un bigote pequeño
y espeso con una mirada tan seria como si quisiera atravesarla con sus ojos.
Aunque Poli intentara mirar hacia otro lado, sus ojos no se lo permitían, la
imagen permanecía quieta delante suyo vestido con traje y corbata.
Tenía la sensación de estar soñando, pero aquel
extraño busto pese a los colores que lo formaban era demasiado real.
-¡Enhorabuena sujeto dos, tres, uno...!-el busto
comenzó a hablar sin mover la boca. Parecía que se estaba refiriendo a Poli,
pero ella no se molestó en prestar atención a la numeración que mencionaba-¡Ha
sido elegido, elegida para formar parte del proyecto Verne!-sin duda se trataba
de una grabación de muy pésima calidad, seguramente de varios lustros antes de
la guerra-¡A partir de este momento usted tomará el control de toda nuestra
flota de robots!
<< ¿Y cómo voy a manejarlos si no puedo
moverme?-pensaba-¡Esto no puede estar pasando de verdad!>>
Una película dio comienzo allí donde estaba el busto
de aquel extraño hombre, aparecían secuencias de fotos acompañadas de una música
bélica de bastante mal gusto. El hombre había desaparecido pero su voz aun
estaba presente. Las imágenes que reflejaban las secuencias de fotografías debían
pertenecer al antiguo mundo, edificios enormes con estructuras de lo más
variopintas, vehículos surcando los cielos, bosques de color verde, un lago
inmenso el cual no parecía tener fin, animales que Poli no había visto en su
vida...
<<Que bonito era el mundo antes de la
guerra-lamentó-¿Pero qué cojones quiere esta chatarra de mí?>>
-Con tu ayuda evitaremos que nuestro hermoso planeta
acabe así-secuencias de fotografías mostrando personas muertas, desgracias
humanas, guerras, incendios y otras barbaridades hicieron acto de aparición.
<< ¡Llegas tarde!-pensaba y pensaba era lo único
que podía hacer-¡El mundo está mucho peor de lo que tú me muestras!>>
-¡Muchas gracias por su colaboración y suerte con su
misión!
De repente se vio en medio de un paraje desértico,
enfrente suyo un robot que por su apariencia le resultaba familiar. Era el
prototipo que custodiaba las puertas de acceso al Odín en la frontera con
Penélope.
<< ¿Se supone que tengo el control sobre eso?-el
robot inmóvil apuntaba hacia ella con sus enormes brazos blancos-¡Camina!-el
droide comenzó a caminar hacia ella, moviendo lentamente sus grandes piernas
blancas-¡Para!>>
Con solo pensarlo Poli conseguía que el robot se
moviera a su antojo.
<< ¿Y los otros robots que nombraba el
holograma?>>
Sin saber cómo, accedió a una extensa base de datos
con la localización y modelo de cada robot disponible. Tenía a su disposición
un centenar de estos otros parecían estar fuera del alcance de Poli.
<<Deben estar demasiado lejos, a saber que radio
abarcará esto>>
Podía controlar cualquiera de los robots dentro del
radio de alcance, viajar hasta su posición y ver a través de sus cámaras de
reconocimiento. Cada vez le resultaba más fácil dar órdenes, controlar a varios
a la vez, disparar con las armas que incorporaban.
Uno de sus robots parecía estar en alguna base, le
resultaba familiar aquel pasillo, había estado antes allí, recordó las
servoarmaduras. Sin duda se trataba de la base de la Hermandad del Rayo.
Poli controlaba en primera persona a uno de los robots
centinela que custodiaban la base de la Hermandad. Continuó quieta para no
levantar sospechas, era la primera vez que se topaba con personas y no sabía
como podrían reaccionar al ver un comportamiento del robot fuera de lo común.
Primero debía escanear la unidad central del robot
para comprobar la información que este contenía y los parámetros de vigilancia
con los cuales había sido configurado. En medio de aquel proceso observó como
dos soldados vestidos con servoarmadura llevaban a rastras a una mujer al
parecer inconsciente. Uno de ellos parecía ser su hermano Jacq. La melena le sobresalía
por la parte trasera del casco. Focalizó todo lo que pudo las cámaras de
reconocimiento en el rostro de aquel hombre. El casco le impedía ver quien se escondía
debajo de aquella coraza.
-¡Esta zorra la ha liado parda!-dijo el otro soldado.
No era la voz del necrófago llamado Hueter.
-¡No me gustaría estar en su pellejo! ¡Secuestró el
Pájaro mató a Benito y a un paciente!- Tampoco era la voz de su hermano, esta
era femenina. Había confundido el pelo largo de una mujer con el de su hermano.
<< ¿Paciente?-recapacitó-¡A mí no me ha matado
nadie!>>
Poli recordó que era el único paciente antes de que
Traisa la durmiera. Quizás habrían llegado más enfermos durante su largo sueño.
Esta vez focalizó las cámaras sobre el rostro de la
mujer inconsciente. Era su cuidadora. Tenía el rostro sucio y un ojo morado,
signo de que le habían propinado un buen golpe. Los soldados la llevaban a
rastras cogida por los brazos sin ninguna contemplación, como si de un criminal
se tratase. Incluso las manos, las tenía firmemente esposadas.
Cada vez estaban más lejos hasta que finalmente
torcieron a la derecha y desaparecieron por aquel iluminado pasillo.
<< ¿Me mataste Traisa?-se preguntó a si misma
moviendo el robot centinela lentamente en la ruta que marcaba su configuración-¡Tengo
que encontrar a mi hermano!-la ira crecía en su interior como las llamas del
fuego al echarle gasolina-¡Ayuda!-activó las armas del robot centinela en posición
de disparo-¡Quiero salir de aquí!>>
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